Hablemos del divorcio (Parte I)

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Marcos 10:1-9

“Levantándose de allí, vino a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y volvió el pueblo a juntarse a él, y de nuevo les enseñaba como solía. Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar a su mujer. El, respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.”

  1. Nuevamente los fariseos se acercan a Jesús para provocarle, y esta vez con una pregunta referente al divorcio.
  2. La ley dada a través de Moisés permitía al hombre otorgar una carta de divorcio, o sea, una decisión de separación final. (Dt. 24:1-4)
  3. Pero Jesús, antes de darle la respuesta a la inquietud de la legalidad del divorcio, les recuerda que el primer deseo de Dios es el mantener la institución del matrimonio tal cual Él la estableció. (Gn. 2:24)

Lo primero es lo primero, es lo que Jesucristo quiso decir. Antes de responder con la inquietud de que “si era lícito al marido repudiar a su mujer” (Mr. 10:2), el Señor los lleva al inicio de toda enseñanza fundamental sobre el matrimonio: Siempre ha sido voluntad de Dios mantener intacta la institución sagrada del matrimonio (Mr. 10:9).

Cuando Jesús les dice “al principio”, les está recordando que Quién estableció el matrimonio fue Dios. El plan de Dios fue el crear a dos seres con características físicas distintas, para la formación de la institución primordial y básica de la humanidad: el matrimonio de un “varón” y una “hembra”. (Mr. 10:6)

Les recuerda a los fariseos que esta unión es, en todo sentido, tan estrecha que no debería haber separación de ninguna forma: “así que no son ya más dos, sino uno” (Mr. 10:8). Esta unión implica completamente que todo deseo debe ser realizado en función de la pareja nada más.

Entonces, lo primero que una pareja debe hacer cuando enfrenta dificultades en su relación es mirar a la voluntad de Dios, la cual, desde el inicio siempre ha sido que el hombre y la mujer vivan siempre juntos, sin separación. Cuando los problemas se presentan en el matrimonio, ambas partes deberían buscar, con la ayuda de Dios, solucionar las dificultades en la relación.

Toda opción de restauración es posible cuando ambos quieren agradar a Dios. El perdón basado en el verdadero amor es siempre la primera opción a buscar. El diálogo y la reconciliación si son alcanzables, solo se debe tener un deseo mutuo.

Antes de que una pareja busque la separación, se debe tratar todas las posibilidades de restablecimiento del matrimonio. Podrán existir profundas heridas que quebranten la relación, pero nada que Dios, en Su voluntad, no pueda ayudar para que el matrimonio continúe tal como Él lo estableció.



«La meta de cada pareja es honrar con un matrimonio santo y agradable a Aquél que lo instituyó, esto es, Dios»

Ministerio UMCD

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Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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