Génesis 2:20-25
“Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. POR TANTO, DEJARÁ EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MADRE, Y SE UNIRÁ A SU MUJER, Y SERÁN UNA SOLA CARNE. Y estaban ambos desnudos, ADÁN Y SU MUJER, y no se avergonzaban.”
Tristemente el matrimonio ha perdido su gran valor en las últimas décadas. Cada día que pasa aparecen más personas que restan valor que este vínculo sagrado tiene en la vida de la familia.
Unos piensan que el matrimonio es algo ambiguo, que se “acostumbraba” hacerlo en el tiempo pasado, pero que ahora no es necesario. Se cree que las relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden ser llevadas sin ninguna condenación, pues ellas son manifestaciones “de amor” entre dos personas que se “quieren”. Si esa “relación de pareja” sin casarse funciona podrían estar pensando en un matrimonio, pero que no es necesario.
Otros piensan que el matrimonio es un infierno. Que los propósitos de estar unidos han acabado y que lo único que queda es separarse porque no pueden convivir con su pareja. Muchos problemas, peleas, discrepancias y más, han afectado tanto al matrimonio que lo único que inspira de esa relación es una separación. Dejan a un lado el amor y viven solamente por conveniencia o por “los hijos”, interponiendo a otras personas en una relación que no debe basarse en otros, sino en los 2 seres que forman la pareja: un hombre y una mujer.
Sea lo que esté pasando, las relaciones matrimoniales no deberían ser desvalorizadas o mal llevadas. Si miramos apropiadamente el pasaje, vemos que antes de que el hombre peque (Génesis 3:1-7), Dios había establecido el matrimonio como algo sagrado. Después del pecado del hombre y con el castigo impartido tanto al hombre como a la mujer, el Señor no desintegra el matrimonio, sino que lo conserva (Génesis 3:15-21, y 4:1); dándonos a comprender que esta institución, el matrimonio, sería la piedra angular sobre la cual se formaría la raza humana y se forjaría la misma sociedad.
El matrimonio entre un hombre y una mujer es el único vínculo humano en el que las relaciones sexuales son permitidas (Génesis 4:1). Fuera del matrimonio una relación sexual es un pecado; sea este fornicación, adulterio u homosexualismo.
El matrimonio no debería ser un infierno, puesto que fue establecido en el mismo inicio de la vida del hombre en el Edén, y antes del castigo por el pecado. Por lo tanto, debe ser honrado y conservado como un maravilloso regalo de Dios.
Si usted está viviendo en una relación sexual con alguna persona fuera del matrimonio, pida perdón a Dios y arrepiéntase. Si usted tiene problemas en su hogar, pida ayuda a Dios para que se puedan solucionar las dificultades que están menoscabando una preciosa institución establecida por el Señor para bendición suya y de su pareja.
El matrimonio es un regalo de Dios para la pareja heterosexual, y el sexo en él es una gran bendición que eleva más el valor de este regalo. Pero ambos regalos deben ser considerados como sagrados, y por lo tanto sumamente valorados.
<Con la ayuda de Dios, en su matrimonio aún se puede «vivir» El Edén>
Hebreos 13:4
“HONROSO SEA EN TODOS EL MATRIMONIO, Y EL LECHO SIN MANCILLA; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.