Apagando nuestro afán | VIDA CRISTIANA

Filipenses 4.6-7

Filipenses 4:6-7

POR NADA ESTÉIS AFANOSOS, SINO SEAN CONOCIDAS VUESTRAS PETICIONES DELANTE DE DIOS en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y LA PAZ DE DIOS, que sobrepasa todo entendimiento, GUARDARÁ VUESTROS CORAZONES Y VUESTROS PENSAMIENTOS en Cristo Jesús.”

«La mañana del viernes 30 de noviembre de 1956 los periódicos de Hsinchu, Formosa, tenían un titular con grandes letras negras, el cual decía: “El Incendio Más Grande En Los Últimos Sesenta Años”. Lo que más nos interesa de esta noticia es que por donde tenía que propagarse el incendio había cinco hogares cristianos. Cuando la alarma sonó, el cielo estaba enrojecido por el reflejo de las llamaradas y las calles estaban llenas de negro humo. Mientras los bomberos combatían el fuego, uno de los cristianos estaba telefoneando a los otros miembros de la iglesia, y pronto un grupo de éstos se reunió en el lugar del incendio. La situación parecía desesperada. Entonces de todo corazón y a una voz todos ellos clamaron: “Señor, haz que tu santo Nombre no sea deshonrado.” Repentinamente, ante los asombrados ojos de miles de espectadores, el fuerte viento que había estado soplando cambió de dirección. Las llamas, que ya habían alcanzado una de las cinco casas de esos cristianos, súbitamente se alejaron de ella y comenzaron a devorar, una por una, ocho de las otras casas que se creía que estaban a salvo. Los cristianos vieron, precisamente delante de ellos, contestadas sus oraciones, y en coro gritaron: “¡Aleluya!” …»The Missionary Standard, Julio de 1957; en Arnold’s Commmentary, 1959, p. 153.

Siendo sincero, si yo hubiera estado en el mismo instante del incendio, en lo que menos hubiera pensado sería en orar. De seguro que la angustia hubiera consumido mis pensamientos y la falta de esperanza hubiera creado desesperación. Tal vez hubiera ayudado a las personas en peligro y tratado de salvar lo que más estuviera a mi alcance; y aunque esta historia fue un hecho real, lo que sorprende más, a parte del milagro, es la confianza que estos creyentes tuvieron en la oración.

En nuestras vidas existen “otros incendios” que nos consumen y nos llevan a la desesperación: Los problemas. Los problemas nos quitan la paz llevándonos al afán. El afán es un deseo intenso que nos mueve a hacer una cosa, y la falta de una pronta solución nos crea ansiedad que es un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y extrema inseguridad. Si no hay aparente solución al problema o a la necesidad terminamos afanados y ansiados.

Pablo nos dice que por nada estemos afanosos, al contrario, nos pide que nos regocijemos en el Señor (Filipenses 4:4), pero la verdad que no siempre es fácil. Es por ello que también nos alienta a presentar a Dios en oración nuestros problemas que nos están quitando la paz y contaminándonos de afán y ansiedad.

La oración nos libera del afán que tenemos por la falta de solución inmediata. Al orar le decimos a Dios que necesitamos Su ayuda, y nuestra alma es liberada de la ansiedad. El Espíritu Santo obra con poder en ese momento ayudando al alma a tranquilizarse. Ese acto aquieta nuestros pensamientos, los cuales se enfocan de Dios y en Su poder, y nuestro corazón (el sentimiento) haya una paz que no es nuestra, sino que llega a nosotros sobrenaturalmente por obra del Espíritu de Dios (Filipenses 4:7).

Así como los creyentes de Formosa encontraron la respuesta debida a su real incendio, las oraciones pueden traer “viento” que aleje de nosotros ese afán que “quema” nuestra alma.

«Gracias Señor por la oración, por ella buscamos Tu ayuda al tiempo que nos liberamos de nuestra desesperación»

1 Pedro 5:7

ECHANDO TODA VUESTRA ANSIEDAD SOBRE ÉL, porque él tiene cuidado de vosotros.”

Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

Un comentario en “Apagando nuestro afán | VIDA CRISTIANA

  1. Perdona Señor, la falta de confianza en ti, ¡Dios Todopoderoso! o mi silencio cuando deseoso estás de escuchar súplicas y ruegos de mi boca. ¡Grandes cosas haces tú Señor! ¡Amén!

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