Dios a veces permite la enfermedad para su gloria, para demostrar en el mundo su poder, para que comprendamos que para Él no hay nada imposible.
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Una posibilidad ante la enfermedad
Dios permite la enfermedad como consecuencia del pecado, porque es un instrumento divino para humillarnos y hacernos rendir a sus pies y a su santidad; para que lo confesemos, nos arrepintamos y vivamos conforme a su voluntad.
Un regalo que disfrutarás para siempre
¿Cómo no celebrar el nacimiento de Cristo?, sí con Él, Dios se identificó con nuestro sufrimiento, se compadeció de nosotros, murió y resucitó para darnos vida eterna a todos los que hemos creído en su Hijo Jesús.
No es para que lo lleve solo
La invitación de Cristo es para que traigamos nuestra tarea de enfrentar al pecado y nos pongamos a manera de “yugo” con Él para que podamos trabajar juntos.
Disfrutando el nacimiento de Jesús
El regalo de la paz, la salvación y la luz es el que encarna nuestro Señor Jesucristo, un regalo maravilloso que miles de personas han deseado a lo largo de la historia, que Simeón pudo tener en sus manos y que tu y yo también podemos tener creyendo en Cristo y en su obra de salvación.
Paz para el alma
Esa paz que Dios nos ofrece es un regalo al corazón afligido y temeroso. Todo nuestro ser se afecta ante la angustia, y Dios nos da esa paz que necesitamos para poder continuar nuestras vidas esperando en Él y anclando nuestra alma en medio de la tormenta para no ser abatidos y destruidos.
El cielo es nuestro “fortísimo consuelo”
Basando nuestra eternidad en la fe en Cristo podemos enfrentar lo que nos acontece como algo temporal, y es esa seguridad de algo bueno al final lo que nos trae un “fortísimo consuelo”, anclando nuestra alma de forma segura y firme (He 6:18, 19).
El verdadero regalo
En Él se encarnó la esperanza, la gracia y el amor, conocimos por medio suyo a Dios, escuchamos las buenas noticias de Su misericordia, somos consolados y liberados de la esclavitud del pecado para vivir una vida abundante en el Espíritu, que le alabe y honre en todo tiempo, y hallamos su descanso, junto con la promesa de resurrección y de ser revestidos con un vestido incorruptible y glorioso.