La corrupción está destruyendo nuestras sociedades, la codicia y el poder están envolviendo a nuestros gobernantes y a las organizaciones criminales en un deseo inapropiado de hacer cualquier cosa por logra dinero y control, y aunque parecería que eso trae mucho beneficio, la verdad es que detrás de ese deseo incontrolado, sí existen consecuencias que tarde o temprano tendrán que ser pagadas.
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La prosperidad de la generosidad
La prosperidad del generoso no solamente va a ser en bienes materiales, muchas veces puede ser una vida llena de paz y bendiciones en la familia, en el trabajo. Esas personas recibirán siempre el aprecio de quienes los rodean, y encontrará constante satisfacción cuando es usado por Dios y lo entiende. De muchas formas su vida será prosperada.
¿Quieres conseguir algo más valioso que el oro?
Hace unos años atrás una compañía de tarjeta de crédito sacó un eslogan que lo utilizaba en casi todas sus promociones comerciales por todos los medios publicitarios, y que decía algo así: «Hay cosas que el dinero no puede comprar, para todo lo demás está “[…]”» y nombraban su compañía. De esta manera, ellos trataban de promover el uso de sus servicios crediticios para que las personas alcancen algo valioso, pero ellos mismos sabían que no podrían ofrecer todo lo que una persona quisiera o necesitara, solo lo que se podía conseguir por medio del dinero.
¿Y qué de nosotros?
Jesús le dijo al joven que para seguirle debe dejarlo todo, por eso él no quiso ni siquiera llegar a ser un creyente. Pedro, quien ya creía en Jesús, reconoció que ya estaba dejando mucho atrás, a lo que Cristo le recuerda que ese sacrificio de obediencia es muy valioso ante los ojos de Dios.
¿En qué confiamos para ser salvos? (Parte II)
Jesús nos da la respuesta a todo problema espiritual, a toda condición moral, económica o social: El hombre no puede salvarse a sí mismo, ni nunca lo hará; pero lo que para el hombre es imposible, para Dios no, porque para Él “todas las cosas son posibles …” (Mr 10:27)
¿En qué confiamos para ser salvos? (Parte I)
Hoy día hay muchos que confían en su propia capacidad para llegar al cielo: confían en sus buenas obras, confían en su propia capacidad moral, otros en su religión y actos religiosos. Lo único que puede salvar al hombre es reconocer que no puede hacer nada por sí mismo, y que lo que necesita es mirar a Cristo, pues Él vino a salvar lo que se había perdido.
Combátalo con la fe
Dios nos invita a mirarlo a Él, a confiar en Su poder para proveer para nuestras necesidades, desde las más simples a las más complejas; a dejar nuestros pecados relacionados con el dinero atrás, y a vivir creciendo en nuestra fe de forma piadosa.
Cómo atrapar a un mono
Dios quiere que confiemos en Él, que aprendamos que es nuestro Jehová-Jireh (Dios proveedor – Gn 22:14). Dios promete no desampararnos, ni dejarnos; sino que suplirá de acuerdo a nuestras necesidades en el momento exacto. Nuestra fe en Dios va a ser nuestra fuente de contentamiento, agradecimiento, y una vida sin avaricia; “de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador” (He 13:5, 6). Con fe, confiemos en las provisiones de nuestro Dios, Él siempre suplirá nuestras necesidades.