Si usted está enfrentando algún problema que parece más grande de lo que usted pueda enfrentar, recuerde que no importa cuán grande o poderoso sea ese enemigo, a su lado está Dios para ayudarle a enfrentarlo, Dios es todo lo que necesita a su lado (Ro. 8:31).
Archivo de etiqueta: Poder de Dios
¿A quién adjudicamos la victoria?
Si bien las victorias en nuestras vidas son ganadas con nuestro esfuerzo y determinación, no debemos olvidar que detrás de nosotros está un Dios que pelea con y por nosotros para darnos esas victorias. Nada se podría lograr sin el favor de Dios.
El día que Dios escuchó a un hombre
Dios estaba obrando con milagros que nunca más se han repetido en la historia con el propósito de cumplir con Sus planes, y aprovechando esta batalla, Él escuchó a Josué e hizo lo que le pidió. Eran los planes de Dios en los propósitos en favor de Josué e Israel.
Una fe que salva
Lo único que nos pueda otorgar perdón es la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe. La fe nos justifica (Ro. 5:1), nos otorga el perdón (Hch. 26:18), nos da vida eterna librándonos de la condenación (Jn. 3:16-18, 36), y nos permite entrar en la familia de Dios (Jn. 1:12).
Una fe colectiva
El que una persona siga a Dios comprometida es cuestión de una sola fe para que el Señor obre en esa persona, pero el que una nación o un grupo de personas sigan todos a Dios, eso si que requiere una fe colectiva que movilice a todo el grupo en pos del Señor, y eso no es común hallarlo.
Somete tu voluntad al “Príncipe”
Hubo una época en la que en toda la tierra se gobernaba bajo régimen monárquico. El rey no solo representaba la autoridad política, sino también podía tener bajo su mando el poder judicial, religioso, y sobre todo militar. Muchos de esos monarcas y sus hijos, los príncipes, se destacaban por su capacidad para pelear en la guerra y dirigir a su ejército con astucia para lograr la victoria. Para muchos soldados pelear al lado de su rey era un privilegio incomparable.
Cuarenta años de cuidado
¿Cuándo fue la última vez que nos sentamos a la mesa y le dimos gracias al Señor por los alimentos que nos servimos en ese instante? Tal vez muchos podrán decir: «Lo hice recientemente, junto con los alimentos que me acabo de servir»; y eso es muy bueno. Ahora, ¿cuándo fue la última vez que le dio gracias al Señor por todos los alimentos que ha recibido durante este último año, o tal vez durante esta última década, o que tal toda su vida?
Reencontrémonos con nuestra identidad
Hoy en día, no estamos obligados a ser circuncidados, pues nuestra identidad ya no está bajo la ley de Moisés, sino bajo la Ley de Cristo (1 Co. 7:18-19; Ro. 4:9-12; Gá. 2:3-10; 5:2-12; Fil. 3:2-3). Pero siempre es bueno mirar hacia nuestra identidad en Cristo, y recordar que ahora no debemos circuncidar nuestros cuerpos, pero si nuestros corazones por medio de la fe (Dt. 10:16; Jer. 4:4; Ro. 2:29; Col. 2:13), y con ello honrar a Quien nos libró del “oprobio de Egipto”, es decir, del pecado y de la condenación.