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Josué 11:1-11
“Cuando oyó esto Jabín rey de Hazor, envió mensaje a Jobab rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf, y a los reyes que estaban en la región del norte en las montañas, y en el Arabá al sur de Cineret, en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente; y al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al heteo, al ferezeo, al jebuseo en las montañas, y al heveo al pie de Hermón en tierra de Mizpa. Estos salieron, y con ellos todos sus ejércitos, mucha gente, como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra. Todos estos reyes se unieron, y vinieron y acamparon unidos junto a las aguas de Merom, para pelear contra Israel. Mas Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos, y sus carros quemarás a fuego. Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente contra ellos junto a las aguas de Merom. Y los entregó Jehová en manos de Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta que no les dejaron ninguno. Y Josué hizo con ellos como Jehová le había mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego. Y volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. Y mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego.”
¿En qué o en quién confía la gente en tiempo de necesidad o de angustia? ¿En dónde ponemos nuestra esperanza cuando hay algo que enfrentamos y que es muy grande?
Aunque muchos podremos decir que confiamos en Dios, lo cierto es que nuestras acciones manifestarán la verdad de nuestra esperanza. Si miramos hacia personas o recursos, o si nos angustiamos ante el problema, eso nos manifiesta si ciertamente creemos lo que decimos creer de Dios.
Por otro lado, aquellos que no conocen a Dios, no saben que sus esperanzas están basadas en recursos limitados, si es que ellos tienen algo a que aferrarse, y más, cuando van en contra del Señor o querrán hacernos daños, ellos no saben que a nuestro lado está el Dios todopoderoso.
En la antigüedad, la esperanza para la guerra se ponía en el tamaño del ejército, pero, sobre todo, en la cantidad de caballos y carros de guerra que tenían, ahí se basaba la esperanza del poderío del ejército.

Para Josué, su esperanza estaba en Dios. El ejército israelita no poseía de esta ventaja bélica de los “carros” y los “caballos”, pues ellos no habían desarrollado esa tecnología aún, pero sabían que tenían algo más poderoso para combatir, tenían a “Jehová” como su “Dios”, y eso bastaba (Sal. 20:7).
El rey Jabín, de Hazor, al ver lo que Israel había hecho a la coalición de los cinco reyes de los amorreos (Jos. 10:1-27), decidió llamar a una alianza aún mayor para combatir contra Josué y su ejército, tan grande que parecía “como la arena que está a la orilla del mar en multitud, con muchísimos caballos y carros de guerra” (v. 4). Lo que no medía en capacidad Jabín es que eso no le bastaría para combatir a Josué.
Dios nuevamente se aceró a Josué y le dio aliento y dirección de lo que debía hacer (v. 6), y eso era todo lo que necesitaba nuestro valiente líder para llevar al pueblo a una nueva victoria junto al Señor (v. 7-11). Josué no se angustió ante el inmenso enemigo ni por su poderío, más bien, confió en el poder de Dios para ayudarles en la batalla.
Si usted está enfrentando algún problema que parece más grande de lo que usted pueda enfrentar, recuerde que no importa cuán grande o poderoso sea ese enemigo, a su lado está Dios para ayudarle a enfrentarlo, Dios es todo lo que necesita a su lado (Ro. 8:31).

«Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria» (Sal. 20:7)
Ministerio UMCD