Unas lecciones para el “rey”

El destino de una nación, de un pueblo o una ciudad, aún de una organización o del vínculo más íntimo como la familia, depende en gran parte del liderazgo de aquel a cargo. Sea un presidente, un gobernador, un alcalde, un gerente, el propietario de un negocio, sobre todo, el rumbo de un hogar, está a cargo de un líder.

 ¿Pertenezco a la Iglesia de Jesús?

¿Qué piensas cuando escuchas la palabra Iglesia?, ¿sientes que es algo anticuado, o crees que ella hace parte del plan de Dios para nuestra era?…

 ¿Cuál es mi identidad?

¿Cómo respondes cuando te preguntan, quién eres?, ¿Sueles responder a esta pregunta con lo que haces, o con la profesión que tienes, o con tu responsabilidad como padre o madre de familia?
Pues la respuesta a esta pregunta es muy importante…

¿Hay alegría por la justicia?

Comprometámonos a actuar justamente siempre, no importa en donde estemos desarrollando nuestras actividades, seamos motivo de alegría y fuente de bendición para otros. Oremos por aquellos que obran bien en algún cargo público y demos gracias a Dios por ellos; y pidamos, para que aquellos que obren mal cambien su comportamiento o dejen su cargo para alguien piadoso que pueda bendecir a todos por sus buenas acciones.

Influencia positiva

Existen personas que han influenciado positiva o negativamente a otros en gran manera. Políticos, sociólogos, libertadores, héroes, deportistas, pensadores y otros; personas que han influenciado la manera de vivir de una sociedad o generación.

¿A quién quiero seguir? – Parte II

Compromisos de momento, esa parece que es la tónica de muchas personas, inclusive de los hijos de Dios. Muchos caemos en el emocionalismo de comprometernos por un momento, pero después dejamos ese compromiso y no seguimos lo acordado. Sobre todo, cuando se trata de decisiones serias.

¿A quién quiero seguir? – Parte I

Por qué no hacer una pauta en nuestra rutina, mirar a nuestra vida pasada, recordar el día que recibimos a Cristo cuando aún estábamos lejos de Dios, y analicemos si realmente estamos siguiendo a Dios o no, y hagamos una decisión sobre ese análisis, y ojalá podemos concluir como lo hizo Josué: “yo y mi casa serviremos a Jehová.”

¡Hay que esforzarnos!

La obediencia requiere de esfuerzo porque necesitamos estirar nuestra voluntad hacia la voluntad de Dios, o de recortar o limitar nuestra voluntad al pecado. Si bien nosotros solos no podemos, dependemos del Espíritu Santo para poder vencer a la carne, somos nosotros quienes necesitamos dar ese esfuerzo voluntario de querer permanecer dentro de la voluntad de Dios para no desobedecer. Es una lucha intensa entre mi naturaleza pecaminosa y la voluntad del Señor.