Nunca debemos olvidar que Dios es un Dios perdonador, Quien se enoja ante nuestro pecado, pero que está presto a perdonar y a restablecer Su relación con nosotros. Reconocer Su misericordia es motivo de adoración. Dios es bueno, justo, paciente, amoroso. Nosotros también podemos presentarnos a Él con manos limpias y postrarnos ante Su presencia y adorarle por Su eterna misericordia en favor nuestro. Si últimamente ha pecado y a pedido Su perdón, recuerde que Dios ya le perdonó, ahora adórele por Su misericordia.
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“Borrón y cuenta nueva”
¿En algún momento se ha sentido desalentado por algún fracaso en su vida o algún pecado que trajo consigo un castigo y pérdida? Ese sentimiento de seguro fue terrible. Con ese evento pudo venir a su vida dolor, frustración, falta de autoestima, temor, desconfianza, enojo consigo mismo, etc. Son sentimientos muy fuertes que menoscaban nuestro ser llevándonos muchas veces a la depresión y el miedo.
Una fe que salva
Lo único que nos pueda otorgar perdón es la gracia y la misericordia de Dios por medio de la fe. La fe nos justifica (Ro. 5:1), nos otorga el perdón (Hch. 26:18), nos da vida eterna librándonos de la condenación (Jn. 3:16-18, 36), y nos permite entrar en la familia de Dios (Jn. 1:12).
¿Hasta cuándo la falta de arrepentimiento?
La falta de arrepentimiento es un factor crucial en la falta de madurez. Un creyente inmaduro, por su falta de una apropiada relación con Dios, y por permitir que su carnalidad se manifieste constantemente, hace que él mismo no pueda discernir apropiadamente las cosas espirituales. No solo que no ve al pecado como debería hacerlo, sino que no puede discernir correctamente las enseñanzas ni a las personas que enseñan (1 Co. 3:2; Ef. 4:14; He. 5:11-14; 13:9).
“Sabor” a arrepentimiento
El cambio que genera Dios siempre es genuino y no solo lleva a la persona a buscar la santidad, haciendo que aborrezca al pecado que comente, sino que busca a toda costa restablecer el daño causado a los demás también. La restitución debe ser completa para evidenciarse ese arrepentimiento.
Amor expresado en corrección
Pablo, por amor a los hermanos, les había escrito una carta firme pero llena de amor, esa carta cambio la vida de los hermanos para bien cuando ellos escucharon apropiadamente la corrección. Nosotros también debemos estar dispuestos a corregir y ser corregidos, es una muestra de un verdadero deseo de bienestar. Aunque traiga un poco de tristeza, esa tristeza será cambiada en gozo cuando se produzca una respuesta genuina de arrepentimiento. La correcta corrección siempre debe ser hecha con amor, paciencia, verdad y firmeza.
¿Problemas legales en la congregación?
Pablo estaba encarando un problema legal que se estaba dando entre dos hermanos de la iglesia. Había sido tal el problema que habían decidido buscar a la autoridad civil para que solucione el asunto entre ellos. El apóstol les recuerda que “la ropa sucia se lava en casa”. Buscar la ayuda de un líder o un creyente sabio es prudente para poder solucionar el problema.
¿Cuán saludable es compartir con aquellos en pecado?
El peligro de ese comportamiento liviano de la iglesia es que se pueda dar la impresión de que se aprueba esa conducta, por tanto, se permita que sigan en pecado. La separación del pecado y del pecador puede promover su arrepentimiento, pero si sigue rebelde, deja asentada ante el resto de la congregación y del mundo que ese pecado no es grato ante Dios. Siempre se debe buscar la restauración del hermano, pero si persiste, se lo debe excomulgar.