Amor expresado en corrección

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2 Corintios 7:2-9

“Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado. No lo digo para condenaros; pues ya he dicho antes que estáis en nuestro corazón, para morir y para vivir juntamente. Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros; lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones. Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito; y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más. Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.”

  1. Pablo podía expresar con seguridad que a nadie había hecho daño, o enseñado el camino del mal, y menos engañado con falsas enseñanzas (v. 2). Su amor por los hermanos en Corinto era muy profundo como para hacer algo indebido (v. 3), aún más, él había pasado muchas pruebas por su amor y servicio por ellos (v. 4).
  2. El apóstol había llegado a Macedonia, no solo por los problemas que había tenido en Éfeso, sino, y sobre todo, para poder hallar información de la respuesta de la primera carta enviada a los corintios (2 Co. 2:13). Esperaba escuchar por parte de Tito el reporte de cómo la iglesia había recibido su llamada de atención a través de dicha carta (v. 5).
  3. El reporte de Tito trajo consuelo y aliento al saber que la iglesia había recibido la carta debidamente, llenándose de entendimiento, se dieron cuenta que su mal comportamiento había afectado su relación con Dios y esto había afligido a Pablo, por lo que respondieron en “llanto” de arrepentimiento (v. 6-7).
  4. La primera carta tenía un propósito, llamar la atención de los hermanos en Corinto para que no sigan en pos de su mal comportamiento. Si bien la reprensión traería tristeza en la iglesia, esa corrección trajo el beneficio del cambio sincero a una conducta piadosa. El convencimiento de pecado en la vida de la iglesia había sido obra de “Dios” (v. 9-8).

En muchos casos, aunque nuestro amor por nuestros seres amados, familiares y amigos es profundo y sincero, en el momento que vemos alguna conducta inapropiada de parte de ellos, en vez de tomar alguna acción que ayude a la corrección, por temor a entristecerlos o herirlos con la reprensión, preferimos callar. Creemos que al silenciar nuestra boca mantenemos la paz en nuestras relaciones.

Pero tenemos que recordar que el amor sincero debe seguir siempre lo bueno y debe actuar en contra de lo malo (Ro. 12:9). El no querer dañar una relación nos lleva a silenciar la verdad, y eso no es realmente amar. La persona que ama de verdad siempre va a actuar en pos de la corrección para alejar a nuestro ser amado de lo malo y protegerlo de ello.

Dios, por ejemplo, por amor nos disciplina (He. 12:5-8), usa Su Palabra para convencernos del mal (2 Ti. 3:16), y obra por medio del Espíritu Santo en nuestra mente para convencernos del mal y guiarnos al bien y la verdad (Jn. 16:8, 13).

La Biblia también nos dice que la lengua falsa que alaga y no reprende hace que los demás resbalen (Pr. 26:28). En contraste, la persona que corrige está haciendo un favor a nuestra alma (Sal. 141:5) y muestra su amor sincero (Pr. 27:5, 6). Pero también debemos estar dispuestos a ser corregidos (Pr. 10:17; 12:1; 25:12), porque mejor es la corrección a tiempo que el castigo por la necedad y rebeldía (Pr. 17:10).

Pablo, por amor a los hermanos, les había escrito una carta firme pero llena de amor, esa carta cambio la vida de los hermanos para bien cuando ellos escucharon apropiadamente la corrección. Nosotros también debemos estar dispuestos a corregir y ser corregidos, es una muestra de un verdadero deseo de bienestar. Aunque traiga un poco de tristeza, esa tristeza será cambiada en gozo cuando se produzca una respuesta genuina de arrepentimiento. La correcta corrección siempre debe ser hecha con amor, paciencia, verdad y firmeza.


«El genuino amor siempre corregirá el mal, pero la falta de amor sincero permitirá que el pecador siga haciéndose daño y haciendo mal a otros»

Ministerio UMCD

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Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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