1 Corintios 6:1-8
“¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.”
- Cuando se presentan problemas legales dentro de los miembros de la iglesia está mal buscar jueces civiles para resolver el caso.
- Los creyentes debemos recordar que tenemos una mejor perspectiva para analizar las cosas de la vida por nuestra capacidad espiritual de ver al mundo y al pecado, antes que un juez civil que no conoce a Dios.
- Por nuestra fe en Cristo nosotros llegaremos a juzgar al mundo por su falta de fe y desobediencia a Dios, así que nuestra posición ante un juez “injusto” (no creyente) es superior.
- Pablo les exhorta a no recurrir a jueces civiles, antes se debe buscar a personas sabias en la iglesia que ayuden a resolver el problema.
- El mismo hecho de tener pleitos entre los hermanos manifestaba un problema de inmadurez espiritual.
- Por último, Pablo anima a perdonar el agravio sufrido antes que buscar llegar a pleitos civiles. El perdón es la marca de un creyente maduro, y la búsqueda de la paz la mejor salida. (Comp. Ro. 12:17-21)

Cuando alguien nos hace algo malo nuestra carne busca la venganza, la restitución, el pleito, el odio, el rencor, el mal. Cuando nosotros hacemos algo malo en cambio buscamos las razones para justificar nuestros hechos, hallamos excusas para mantenernos firmes, y si es necesario, nuestro egocentrismo nos empuja a no querer aceptar el error, antes a negarlo y defender nuestra posición. ¿Le parece esto correcto? ¡Claro que no!
La naturaleza pecaminosa en el creyente puede ser tan perversa, como oscura es la maldad. Y un creyente que no ha madurado espiritualmente manifiesta estas características carnales muy frecuentemente (Gá. 5:16-21). Somos tan propensos a pecar de diferentes formas ante nuestros hermanos que muchas veces no se encuentran diferencias entre las personas dentro de la congregación con las personas de afuera.
Pablo estaba encarando un problema legal que se estaba dando entre dos hermanos de la iglesia. Había sido tal el problema que habían decidido buscar a la autoridad civil para que solucione el asunto entre ellos. El apóstol les recuerda que “la ropa sucia se lava en casa”. Buscar la ayuda de un líder o un creyente sabio es prudente para poder solucionar el problema.
Obviamente se requiere de dos personas dispuestas para hallar justicia, pero muchas veces una de las dos, y muchas veces el que está obrando injustamente, no va a desear rectificar su comportamiento y restituir el agravio.
Cuando un problema no puede ser solucionado a causa de la falta de arrepentimiento, lo mejor es dejarlo en manos de Dios. No tiene sentido seguir luchando, antes mejor es perdonar y seguir adelante. Recordemos que ambos somos miembros de la familia de Dios, y Él juzgará a Sus hijos injustos, como también honrará al agraviado. Si no hay solución terrenal ante el problema, déjelo en manos del Juez Eterno, Quien mira toda obra injusta. (Ro. 12:19)

«Cuando un pleito con un hermano no se puede resolver mejor es recibir el agravio y perdonar»
Ministerio UMCD