1 Corintios 5:6-13
“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.”
- Continuando con la necesaria exhortación de Pablo en referencia al hermano en fornicación, les hace mención que ya había hablado de ese tema en otra carta previa (1 Co. 5:9), y les pedía que ya dejen de compartir con ese hermano, pero parecería que no lo habían hecho.
- Aclara que la petición de la separación es específicamente con ese hermano, no con todo pecador, porque para ello tendrían que dejar el mundo (1 Co. 5:10). Lo que Pablo estaba haciendo era santificar a la iglesia porque era en ella donde estaba el pecado, en su interior (1 Co. 5:12, 13). Si en la masa estaba la levadura, entonces toda la masa podía ser leudada, y ese era el peligro (1 Co. 5:6-8).
- Y a la verdad ya estaban siendo afectados con la presencia de ese hermano, porque se habían envanecido con su accionar, lo que afectaba no solo la santidad de la iglesia, si no el testimonio de ella ante los demás (1 Co. 5:1).

Muchas veces se escucha que las personas no quieren asistir a las iglesias porque muchos de los que asistimos tenemos una vida desordenada; y en parte tienen razón de su queja, pero no de su necesidad de congregarse. No deberían dejar que esa excusa los aleje de Dios y de la salvación, aunque por ello la iglesia tiene responsabilidad también.
El testimonio de la iglesia debe ser tal que impacte favorablemente a una comunidad. Los integrantes de ella tienen que manifestar un cambio producido por un evangelio transformador. Pero muchos siguen viviendo una vida de pecado, y dan mucho que decir ante una sociedad que los observa con detenimiento.
Pablo pide a la iglesia en Corinto que no mantengan una relación con ese hermano, tanto por la santidad de la iglesia, como por el testimonio ante el mundo. No podría juzgar la iglesia al mundo cuando dentro de ella misma existe el pecado.
Muchas iglesias han descuidado la vida santa de los hermanos que asisten a ella. Tarde o temprano ese comportamiento se refleja en toda la iglesia, por esto se debe actuar pronto, llamando al arrepentimiento del hermano en pecado, o se tiene que tomar medidas disciplinarias.
El peligro de ese comportamiento liviano de la iglesia es que se pueda dar la impresión de que se aprueba esa conducta, por tanto, se permita que sigan en pecado. La separación del pecado y del pecador puede promover su arrepentimiento, pero si sigue rebelde, deja asentada ante el resto de la congregación y del mundo que ese pecado no es grato ante Dios. Siempre se debe buscar la restauración del hermano, pero si persiste, se lo debe excomulgar.
Y personalmente cada creyente también debe santificarse. De la misma manera como en la iglesia, cada creyente debe ser sabio en la manera como se relaciona con los hermanos en pecado. Cuando una persona persiste en el pecado rompe la comunión espiritual con los demás. (1 Jn. 1:5-8)
Cristo murió para santificar la Iglesia y presentarla santa y sin mancha (Ef. 5:27), seamos partícipes activos de esa purificación junto al Señor.

«Mantener la santidad de la iglesia honra a Aquél que la redimió con Su sangre y da testimonio de un Dios que transforma»
Ministerio UMCD