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Josué 8:1-8
“Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra. Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; sólo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella. Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche. Y les mandó, diciendo: Atended, pondréis emboscada a la ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos dispuestos. Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos. Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos. Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada y tomaréis la ciudad; pues Jehová vuestro Dios la entregará en vuestras manos. Y cuando la hayáis tomado, le prenderéis fuego. Haréis conforme a la palabra de Jehová; mirad que os lo he mandado.”
¿En algún momento se ha sentido desalentado por algún fracaso en su vida o algún pecado que trajo consigo un castigo y pérdida? Ese sentimiento de seguro fue terrible. Con ese evento pudo venir a su vida dolor, frustración, falta de autoestima, temor, desconfianza, enojo consigo mismo, etc. Son sentimientos muy fuertes que menoscaban nuestro ser llevándonos muchas veces a la depresión y el miedo.
Podemos ver en la Biblia, por ejemplo, personajes como Jacob, Adán y Eva, Jonás, David, Pedro, entre otros, que cuando le fallaron a Dios se sintieron tan abrumados con el sentimiento de fracaso que huyeron de su familia, se escondieron y se vistieron con hojas, aceptaron morir en el mar, permitieron que sus hijos tomaran control del reino, y salieron corriendo de la presencia del Señor, entre otros. Pero en ellos vemos un patrón similar, después de fallarle a Dios, se arrepintieron, aprendieron del error, y con la ayuda del Señor siguieron adelante y cumplieron con los propósitos de Dios.

Josué e Israel aprendieron del pecado de Acán, enfrentaron una derrota inesperada, pero solucionaron el problema que había en el pueblo cuando Dios les dijo que pasaba, y ahora estaba listo para seguir. Pero antes de eso, vemos que ellos se desalentaron tanto, que tuvieron temor, y Josué rasgó su vestido en señal de indignación y vergüenza, y tuvieron un sentimiento fatalista de completo fracaso: “… !Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! […] Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre?” (Jos. 7:5-9).
Después que ellos corrigieron el mal que había (Jos. 7:16-26), entonces Dios tiene que venir de nuevo a su encuentro para alentarles y darles instrucciones de cómo vencer a Hai y seguir con el cronograma de la conquista. Lo primero que Dios le dice es: “No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra.” (v. 1) En otras palabras, Dios le dice: «tranquilo, lo que sucedió ya pasó, ya lo corregiste, ya te perdoné, vamos adelante, borrón y cuenta nueva.”
En este pasaje de Josué, no solo aprendemos que Dios viene a alentarle a Su siervo, sino que también le da instrucciones específicas de cómo actuar para que puedan ahora sí obtener la victoria. Y, además, les dice que ahora sí podrán tomar botín para ellos, mostrando Su gracia y buena voluntad (v. 2). Dios vino no solo a consolarlos, vino a restaurar la confianza en ellos mismos y en su caminar con Él.
Tenemos un Dios que sí brinda nuevas oportunidades, un Dios que está dispuesto a perdonar y darnos otra oportunidad cuando queremos hacer las cosas a Su manera. Si usted se siente afligido por algún fracaso o pecado, permita que Dios le restaure su confianza, mientras se arrepiente y adora a Dios, dele la oportunidad a que Él venga a su corazón y le ministre para que halle aliento y continúe su caminar con el Señor. ¡Es tiempo de un «borrón y cuenta nueva»!

«Dios siempre está dispuesto a perdonar y ayudarnos a seguirle para cumplir con Sus planes en nuestras vidas si nosotros nos arrepentimos y confiamos en Su restauración»
Ministerio UMCD