Pensando en nuestra fe, ¿en qué y en quién esta basada?, muchos basan su fe en experiencias religiosas, situaciones que les hicieron sentir algo que no habían vivido antes y que les hace pensar que están firmes en la fe de Cristo, pero, nuestras experiencias, aunque puedan ser reales, deben ser contrastadas a la luz de la Palabra de Dios…
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¡Hoy puede ser su día!
Hay un solo día en el calendario de nuestra vida en que podamos hallar la salvación. En ese día la persona escucha y entiende que Dios quiere salvarlo, y que para hacerlo Él ya había enviado a Jesús a morir para otorgar el perdón. El día que lo entiende por obra del Espíritu Santo, la persona acepta por fe el regalo o la gracia salvífica de Dios, y ese día llega a ser salvo. Ese día marca una vez y para siempre el destino eterno del ahora creyente.
No más pagos
La palabra “perfectos” no habla de impecabilidad nuestra o de una perfección terrenal de quienes aceptan la salvación por fe en Jesús, esa palabra habla de una posición de justicia imputada o suministrada por la obra de Jesús (Ro 3:22; Gá 2:16; Fil 3:8, 9). Cristo, al pagar por nuestros pecados ha pagado toda deuda, entonces, ya no hay más pago, pues la obra del Señor fue completa cuando Él fue sacrificado en la cruz y su sangre derramada por nuestros pecados (He 10:5-14).
Un clamor de salvación
Muchos hoy en día reflejamos el mismo comportamiento que el pueblo judío tuvo al ver a Jesús entrar. Queremos la liberación de nuestras opresiones temporales, pero no de nuestra alma; muchos lo claman como Rey, pero en su corazón rechazan Su autoridad; muchos decimos que creemos en Él, pero en verdad no lo reconocen debidamente.
¿Y qué de nosotros?
Jesús le dijo al joven que para seguirle debe dejarlo todo, por eso él no quiso ni siquiera llegar a ser un creyente. Pedro, quien ya creía en Jesús, reconoció que ya estaba dejando mucho atrás, a lo que Cristo le recuerda que ese sacrificio de obediencia es muy valioso ante los ojos de Dios.
¿En qué confiamos para ser salvos? (Parte II)
Jesús nos da la respuesta a todo problema espiritual, a toda condición moral, económica o social: El hombre no puede salvarse a sí mismo, ni nunca lo hará; pero lo que para el hombre es imposible, para Dios no, porque para Él “todas las cosas son posibles …” (Mr 10:27)
¿En qué confiamos para ser salvos? (Parte I)
Hoy día hay muchos que confían en su propia capacidad para llegar al cielo: confían en sus buenas obras, confían en su propia capacidad moral, otros en su religión y actos religiosos. Lo único que puede salvar al hombre es reconocer que no puede hacer nada por sí mismo, y que lo que necesita es mirar a Cristo, pues Él vino a salvar lo que se había perdido.
Fe, es creer y es confiar
Debemos aprender a creer que Dios tiene el poder, pero también debemos aprender a confiar en su buena y santa voluntad para obrar en nuestro favor si Él cree necesario. Su obra en nuestro favor no solo es manifestación de Su poder, sino también en la manifestación de Su sabiduría y misericordia.