Salmos 40:8
“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón.”
TRAJE DE ASTRONAUTA
<<Mi esposa y yo tuvimos el gran placer de cenar una noche con el astronauta General Charles M. Duke. Todos los que estábamos en el salón nos quedamos fascinados mientras él nos contaba de su misión a la luna en Apolo 16, incluyendo algunos detalles sobre el vehículo solar “Rover”, y su experiencia de haber andado sobre la superficie lunar. Todos teníamos muchas preguntas, que el General Duke con paciencia y atención contestó una por una.
Yo pregunté: “Una vez que estaba ahí, ¿no tenía usted la libertad de tomar sus propias decisiones y hacer sus propios experimentos… es decir, hacer lo que se le antojara; tal vez quedarse un poco más tiempo, si quisiera?” Sonrió, y dijo: “Claro, Chuck, ¡si no hubiéramos querido regresar a la tierra!”
Luego describió el intrincado plan, las instrucciones precisas y exactas, la disciplina esencial, la obediencia instantánea necesaria hasta la última fracción de segundo. De hecho, nos dijo que su aterrizaje en la luna había sido algo “pesado”. Se refería a las reservas de combustible. Tenía bastante. Adivine cuánto. ‘Un minuto’. Aterrizaron con sesenta segundos de combustible sobrante. ¡Hablando de ser exactos! Me dio la impresión de que un rebelde no cabe dentro de un traje de astronauta. Quien quiera que participe en el programa espacial debe tener un respeto incondicional a la autoridad.>> – Charles R. Swindoll, en su libro: Strengthning Your Grip.
A menudo yo quisiera decir lo mismo de mi obediencia a Dios, me gustaría ‘tener un respeto incondicional’ a Su autoridad, pero mi pecado no me lo permite.
David nos dice que hacer la voluntad de Dios era su agrado, su placer, su deleite. Para el pastor de ovejas y rey de Israel, este sentimiento de complacencia nacía de un corazón que guardaba la ley de Dios (“tu ley está en medio de mi corazón”).
David llegó a conocer y entender la voluntad de Dios. Mientras pasaba su tiempo con el Señor, él escuchaba atentamente lo que Dios le pedía que hiciera. Pasar tiempo en la Palabra de Dios nos ayuda a conocer y entender Su voluntad.
David llegó a tener un temor reverente ante Dios. Para que pueda aceptar la voluntad de Dios, entendió que el Señor tiene toda autoridad de pedir algo y que debe de ser atendido con reverencia Su voluntad.
David llegó a amar Sus mandamientos. Para mantener guardados los mandamientos que Dios hacía, él tenía que amarlos, sabiendo que estos eran importantes para su vida.
David llegó a confiar en la voluntad de Dios. El pastor de ovejas llegó a conocer a Dios desde cuando estaba cuidando el rebaño de su padre, esta relación profunda llevó a David a saber que el Señor siempre ha estado con él cuidándolo y que nada malo le permitiría que pasara, llevándolo a confiar en Dios y en Su voluntad.
David llegó a morir a sí mismo por hacer la voluntad de Dios. Tal fue su confianza en Dios que tenía que morir a lo que él deseaba muchas veces para cumplir con lo que el Señor le pedía en Su voluntad.
Y aunque no siempre fue fácil para David desde el inicio, aprendió con el tiempo que no había nada mejor que hacer lo que Dios le pedía. Solamente en el conocimiento, en el temor, en el amor, en la confianza, y en auto sacrificio David llegó a aceptar con agrado la voluntad de Dios.
Para que podamos aceptar con agrado lo que Dios desea en nuestras vidas, debemos aprender de David, y así caminaremos con sometimiento ante Dios y su buena voluntad.
«Que nuestro sometimiento a Dios sea como la obediencia de un astronauta»
Salmos 1:1, 2
“Bienaventurado el varón que […] en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.”
