Éxodo 6:6-9
“Por tanto, dirás a los hijos de Israel: YO SOY JEHOVÁ; Y YO OS SACARÉ DE DEBAJO DE LAS TAREAS PESADAS DE EGIPTO, Y OS LIBRARÉ DE SU SERVIDUMBRE, Y OS REDIMIRÉ CON BRAZO EXTENDIDO, Y CON JUICIOS GRANDES; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; Y VOSOTROS SABRÉIS QUE YO SOY JEHOVÁ VUESTRO DIOS, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ. De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; PERO ELLOS NO ESCUCHABAN A MOISÉS A CAUSA DE LA CONGOJA DE ESPÍRITU, Y DE LA DURA SERVIDUMBRE.
La desesperación es la pérdida de la tranquilidad o la ilusión; es la pérdida total de esperanza; es la alteración extrema del ánimo, causada por la consideración de un mal irreparable o por la impotencia de lograr un éxito. Fue la desesperación la que afectó al pueblo de Israel cuando Dios estaba por liberar a Su pueblo de la servidumbre en Egipto.
El Señor había enviado a Moisés con el sólo propósito de liberar al pueblo israelita de la esclavitud a la que estaban sometidos en Egipto (Éxodo 3:7-10). Dios había escogido el método que libraría a Su pueblo, y obviamente este método tenía el propósito de traer gloria a Su Nombre, pero no sería algo sencillo (Éxodo 3:19-22). El pueblo tendría que confiar en los caminos de Dios que son perfectos y supremos (Isaías 55:8-9).
Pero algo aparentemente salió mal desde el punto de vista del pueblo; Faraón, en vez de dejarlos ir libremente, incrementa la carga de trabajo de los israelitas; endurece su corazón y su mano sobre ellos. Los israelitas veían ahora a la libertad prometida como la causante del dolor. La desesperación les hace perder la tranquilidad, la ilusión se esfuma, la esperanza se convierte en angustia, y la anhelada Tierra Prometida desaparece en medio de la aflicción. Dios vuelve a decir a Moisés que vaya y hable con el pueblo, pero ellos “no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre.” (Éxodo 6:9)
Pedro fue invitado a caminar sobre el agua, pero a causa de la tormenta se desespera y pierde la fe haciendo que se hunda (Mateo 14:22-33). María llena de angustia por la muerte de Lázaro, reclama a Jesús por su tardanza y no comprendía como su hermano reviviría (Juan 11:28-44). El siervo de Eliseo veía la muerte ante el sitio de la ciudad, mientras que Eliseo veía un gran ejército celestial que los defendería (2 Reyes 6:8-17).
La desesperación nos lleva a incapacitarnos: no vemos, no oímos, no caminamos, no entendemos. Nuestra fe, muchas veces debe ser probada, y el dolor y la desesperación nos deshabilita en nuestros sentidos espirituales. Si está pasando por pruebas, no deje que la angustia lo incapacite, pida a Dios que le ayude escucharlo, a verlo, a caminar, a entenderlo a Él a pesar del dolor, y solo así podrá seguir adelante en su vida cristiana confiando y descansando en Él.
«Señor, no dejes que mis circunstancias me incapaciten, ayúdame a seguir adelante confiando en Ti»
1 Pedro 5:7
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, PORQUE ÉL TIENE CUIDADO DE VOSOTROS.”
En la vida podremos tener malas sorpresas, pero por la obra de Cristo, podemos tener paz.
La paz reina cuando Cristo gobierna el corazón.
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