Romanos 8:26-27
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; PUES QUÉ HEMOS DE PEDIR COMO CONVIENE, NO LO SABEMOS, PERO EL ESPÍRITU MISMO INTERCEDE POR NOSOTROS con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.”
Generalmente cuando salgo a comer en algún restaurante se de antemano lo que voy a pedir; sea porque he estado ahí más de una vez o porque me ha llamado la atención algún plato especial que sirven en dicho restaurante. Pero no siempre es así de fácil. Otras veces me ha tocado ir a un restaurante que no conozco y que su menú tiene una lista de platos desconocidos, es ahí donde toca correr el riesgo de escoger sobre lo “desconocido”, y algunas veces no han sido muy buenas las elecciones. Cuando voy a orar me pasa algo parecido.
Nuestra relación con Dios y nuestro conocimiento de la Biblia nos puede ayudar a orar en forma “bíblica”, por decirlo así; es decir, nuestras peticiones van a ser en función de lo que conocemos que es la voluntad de Dios y le agrada.
Pero qué hay de los momentos cuando me he encontrado en circunstancias donde no sé qué pedir a Dios; instantes cuando alguien me pide que ore sobre algo específico, pero en mi interior parecería que el Espíritu Santo me estuviera guiando a no pedir eso, porque talvez no sea la voluntad de Dios; es ahí donde me pregunto: ¿Y ahora, que pido a Dios?
Dios solamente va a responder favorablemente a las peticiones que Él considera buenas y que no irían en contra de Su voluntad (1 Juan 5:14-15). Tenemos una debilidad, y es de que no siempre sabemos que pedir (Romanos 8:26), y muchos de nosotros incluso no sabemos ni cómo orar (Lucas 11:1). En esos momentos de dilema es donde dependemos de la obra del Espíritu Santo.
Aunque para muchos creyentes nuevos el orar parecería una debilidad solamente de ellos, lo cierto es que los creyentes que llevan varios años en el cristianismo también tienen este problema. Es una debilidad de todos.
El que una persona tenga una buena “retórica” no quiere decir que está orando adecuadamente ante Dios. Las muchas palabras bonitas no son muestra de una oración verdaderamente espiritual. La oración espiritual es una que es guiada por la obra del Espíritu Santo, Quien, conociendo la voluntad de Dios, nos lleva a orar en función de lo que el Señor desea que pidamos.
Cuando no sepa que orar, pida ayuda al Espíritu Santo. Dígale a Dios que no sabe exactamente que pedir, pero que en la situación que le está aconteciendo Él haga Su voluntad. Si ha pedido algo de forma incorrecta, no se preocupe, nuestro Ayudador estará dispuesto a pedir lo que nos conviene. Y sea lo que sea que haya pedido, Dios solo le dará lo que sabe que le bendecirá.
Gracias al Espíritu Santo nuestra experiencia al orar nunca será como mis “aventuras” al comer. Siempre recibiremos lo major.
1 Juan 5:14
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que SI PEDIMOS ALGUNA COSA CONFORME A SU VOLUNTAD, ÉL NOS OYE.”