Ezequiel 34:1-7, 10
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas […] Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.”
La labor del Pastor o del Misionero es una de las labores más bellas, pero al mismo tiempo más exigentes en cuanto a lo complicada y esforzada. Son muchas cosas que se requieren del siervo: tiempo, trabajo, talento, dependencia del Espíritu Santo, sabiduría; pero sobre todo pasión por aquellas “ovejas” que están bajo su cuidado.
En este pasaje de Ezequiel, Dios expresa en forma gráfica una descripción de trabajo que el pastor debe llenar. Se describe tanto lo que se debe hacer al mismo tiempo que se llama la atención a lo que no se debería hacer.
Lo primero que se espera es que los pastores no utilicen su posición para su propio beneficio: “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos!”. Es frecuente en muchos casos que el pastor llegue a una inactividad ministerial, a tal manera que de lo único que se preocupan es de su propio bienestar, dejando a un lado la tarea a la que fueron llamados, que es apacentar “a los rebaños”. Tal puede ser su aprovechamiento que pueden utilizar de la posición para buscar su propio beneficio egoísta (“Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis”). Se ha visto que algunos pastores han llegado a utilizar su posición para imponer cierta crueldad en su autoridad (“os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”). Han abandonado a las ovejas por falta de amor e interés por su bienestar (“y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas”).
Al contrario, un pastor está para apacentar a las ovejas. Deben fortalecer a aquellas “débiles” que recién llegan al rebaño con enseñanza bíblica que les ayude a crecer y poder vencer las tentaciones, mientras que permanecen firmes en las pruebas. Una oveja cuando está “enferma”, necesita de alguien quien le ayude a dejar a un lado los pecados que siempre afectarán su salud espiritual. La “perniquebrada” requerirá de amor y atención para sanar las heridas de algún problema en su vida, alguna herida que ha afectado profundamente su ser. Siempre existirá alguna oveja “descarriada” o “perdida”, ya sea esta por voluntad propia o por engaño de las falsas enseñanzas; es ahí donde se necesita de alguien quien la busque para ayudarla con amor y verdad a regresar a casa.
El trabajo del pastor es una tarea maravillosa y eternamente premiada, pero requiere de mucho trabajo de aquellos llamados a tan alta y sacrificada labor. Debemos orar por aquellos pastores y misioneros que trabajan día a día por el bienestar de sus ovejas. Manifestemos gratitud hacia aquellos siervos del Señor que dedican tiempo en cuidar por el Rebaño. Alentemos a quienes manifiestan su deseo de participar de esta loable tarea.
No olvidemos que el pastor es otro ser humano más con debilidades y fortalezas quien comprende lo demandante de su posición, pero a veces lo olvidan involuntariamente o descuidan por voluntad propia. Seamos siervos que con responsabilidad trabajamos cuidando las ovejas del Señor.
«Padre, ayuda a cada pastor y misionero que trabaja con tus ovejas, ellos necesitan de Ti para cumplir su tarea»
1 Pedro 5:2
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto.”