2 Corintios 11:7-9
“¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso.”
2 Corintios 12:11-18
“Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros. Porque ¿en qué habéis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? ¡Perdonadme este agravio! He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos. Pero admitiendo esto, que yo no os he sido carga, sino que como soy astuto, os prendí por engaño, ¿acaso os he engañado por alguno de los que he enviado a vosotros? Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Os engañó acaso Tito? ¿No hemos procedido con el mismo espíritu y en las mismas pisadas?”
- Pablo no solamente había sido acusado de ser débil de palabra (2 Co. 10:10), lo cual era falso; ni tampoco había sido acusado solamente de no tener autoridad dada por Dios (2 Co. 10:13); sino que también era acusado de no haber “demandado sueldo de maestro”. En la Grecia antigua era la costumbre de que los maestros cobraran un sueldo muy alto por sus enseñanzas, y entre mayor el salario demandado mayor el prestigio del maestro. Pablo había sido acusado por los falsos apóstoles de enseñar “de balde”, expresión dada para decir de forma gratuita. (2 Co. 11:7)
- Pablo sí había recibido ofrendas de las otras iglesias (2 Co. 11:8), pero él no había querido ser “carga” (2 Co. 11:9; 12:13) para los hermanos en Corinto para no serles “gravoso” (2 Co. 11:9).
- Pablo no iba a lugares a predicar para hacer negocio de ello, al contrario, era su amor por la obra, y especialmente por los creyentes, lo que realmente le llevaba a entregarse por completo, aún a costa de sus propios medios (2 Co. 12:15).
- Los falsos apóstoles habían persuadido a la congregación en Corinto a que desaprobaran la obra de Pablo al considerarlo, según ellos, un desacreditado apóstol, incluyendo cómo razón su falta de cobro de un salario. Pablo ratifica su apostolado recordándoles que él había hecho “señales, prodigios y milagros” entre ellos como lo había hecho en otras iglesias, y que lo único que había querido no hacer es recibir donativos, y por eso en forma irónica les pide disculpa por este “agravio”. (2 Co. 12:11-13)
- Pero Pablo, ya en su primera carta, había mencionado que el ministro es digno de recibir “salario” (2 Co. 11:8) por parte de la iglesia, que no es malo, sino algo correcto y necesario; pero que él no había querido usar de ese derecho para que no haya algo que detenga el avance del “evangelio de Cristo”. (1 Co. 9:1-14)

Muchas de las iglesias todavía no han aprendido a cuidar dignamente del pago de un sueldo merecido de un pastor o misionero. En otros casos, muchas de las personas que desean servir en las iglesias quieren explotar o aprovecharse de las congregaciones para obtener beneficio financiero en forma desmedida. En ambos casos no hay una perspectiva apropiada de lo que es «servir a Dios».
Como aprendemos de Pablo, “digno es el obrero de su salario” (1 Ti. 5:18), considerando que aquel que sirve en el ministerio es merecedor de recibir un salario acorde a la responsabilidad de servir en la iglesia del Señor. Pablo nos recuerda que se debe servir por amor a la iglesia, pero también nos exhorta a dar al siervo de Dios un salario apropiado.
El cuidado de nuestros pastores y misioneros demanda que se preste atención a todas las áreas personales del obrero para que éste pueda servir como es esperado en la iglesia. El no dar un reconocimiento digno por medio de un sueldo digno es manifestación de una falta de madurez y responsabilidad por parte de la iglesia. Pero también, la mala intención por parte de aquellos que deseen servir para aprovecharse de la iglesia manifiesta una falta de espiritualidad total.
Dios nos ayude, tanto a las iglesias, como a los obreros, a hacer lo correcto de nuestra parte para honrar el puesto de un piadoso siervo del Señor.

«La iglesia debe honrar debidamente el puesto del siervo de Dios por medio de una remuneración digna del llamado»
Ministerio UMCD