Deuteronomio 6:4-7
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y AMARÁS A JEHOVÁ TU DIOS DE TODO TU CORAZÓN, Y DE TODA TU ALMA, Y CON TODAS TUS FUERZAS. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; Y LAS REPETIRÁS A TUS HIJOS, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
Durante los años de educación primaria recibí por parte de mis maestros enseñanzas valiosas. Ellos utilizaban métodos que facilitaron mi aprendizaje, y uno de ellos fue la repetición.
Me hacían repetir planillas enteras de palabras en las cuales tenía problemas de ortografía; me hicieron repetir ejercicios matemáticos hasta que me familiarizara con el método; repetía muchas veces frases que me recordaban algún principio ético o de conducta. Todo esto tenía un buen propósito, que aprendiera.
Leyendo una Biblia con traducción al inglés el versículo 7 del capítulo 6 de Deuteronomio encontré una palabra que me llamó la atención, no decía que la enseñanza a los hijos debía ser en forma repetida, sino diligentemente, lo que me hizo que meditara más en este versículo (“And thou shalt teach them DILIGENTLY unto thy children” versión KJV).
La palabra hebrea “shanán” (שָׁנַן H8150), repetir en español, se puede traducir como: apuntar, perforar, inculcar, afilar, aguzar, punzar y repetir. Esta palabra es traducida en las versiones al español como: enseñar con diligencia, enseñar continuamente, inculcar continuamente; además en inglés también la traducen como: humedecer y afilar (como afilando un cuchillo), enseñar con cuidado, enseñar una y otra vez, imprimir, decirles, repasar continuamente, etc.
Al leer estas tradiciones y definiciones nos dan una idea más amplia y necesaria de lo que Dios nos quiere decir en este pasaje.
Como padres, nuestra responsabilidad es amar a Dios en primer lugar (v. 5); el amor a Dios debe ser manifestado por un conocimiento profundo de la Biblia y una obediencia de corazón a Ella (v. 6); y una vez expresado ese amor en forma práctica tenemos que “repetir” ese conocimiento a nuestros hijos (v. 7).
La frecuencia con la que debemos hablar a nuestros hijos no debería ser subestimado, sino seriamente considerado. Si utilizamos las diferentes palabras descritas anteriormente podríamos decir que: “La enseñanza sobre Dios y Su Palabra en nuestra casa debe ser una actividad que APUNTE siempre al Creador. Como padres debemos “PERFORAR” en los corazones de nuestros hijos el Nombre de Dios. Debo INCULCAR valores cristianos que lleven a edificar apropiadamente sus vidas, por tanto, debemos ENSEÑAR CONTINUAMENTE la Palabra de Dios. Necesitamos REPETIR UNA Y OTRA VEZ y con DILIGENCIA lo que constantemente ellos necesitan aprender. Si queremos que nuestros hijos aprendan, debemos ayudarles a “AFILAR” su entendimiento de nuestro amado Dios, solo así podremos IMPRIMIR, con la ayuda de Dios, un carácter que glorifique al Señor”.
Hablar de Dios y de la Biblia no debe ser una práctica esporádica o dominical, tiene que ser diaria y REPETIDA CONTINUAMENTE CON DILIGENCIA.
«La enseñanza de Dios en casa no es una buena sugerencia, es un mandamiento y una gran necesidad»
Proverbios 22:6
“INSTRUYE AL NIÑO en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Muy buena reflexión y concejo de la diligencia para nosotros y nuestros hijos, bendiciones
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