Enseñanza al joven y ejemplo (Parte I: La necesidad) | MATRIMONIO y HOGAR

Tito 2.6-7

Tito 2:6-8, 11-12

“Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. […] Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”

 

Si bien la enseñanza debe iniciar desde la niñez, es en la etapa de adolescencia donde se forja más el carácter de la persona. Su entendimiento del entorno y de las relaciones personales se establecen más en esta etapa de crecimiento. Pero sabemos que por naturaleza del mismo joven la educación del adolescente es una de las más complicadas.

El intelecto del joven adolecente se ha desarrollado más en relación al niño. Ya sus pensamientos van madurando y su conducta influenciada por esos pensamientos también cambian. Ya no es un niño, ahora desea proyectarse como un adulto. Cuando llega a los 16 o 17 años cree ser ya un adulto en su manera de pensar y considera que su punto de vista es suficientemente coherente para tomar decisiones propias. Es por ello que esta etapa del crecimiento es vital en la educación.

Pablo le pide a Tito que enseñe con exhortación a los jóvenes adolescentes a ser prudentes, sensatos, cabales. El niño por lo general actúa y reflexiona de acuerdo a su edad, pero a medida que va creciendo, su razonamiento debe ir cambiando y creciendo. Ya no debe actuar sin responsabilidad, ahora debe mirar y razonar que sus decisiones lo conducirán al futuro que desee tomar. Ya no debe seguir con esa inmadurez propia de la niñez, sino que debe aprender a cultivar la razón en sus decisiones y a tomar responsabilidades por sus actos. ¿Por qué lo hago? ¿Qué es lo que busco? ¿Qué resultado tendré de mi comportamiento? ¿Qué espera Dios y los demás de mí? Todas estas preguntas le ayudarán al joven a analizar su comportamiento antes de actuar.

Ya la educación pasó de ser una básica a una más detallada y reflexionada. Antes escuchaba solamente órdenes, ahora debe aprender con razón analítica.

Cuando vayamos a enseñar debemos mostrar la seriedad de lo que deseamos comunicar. Si usted lo considera valioso, el joven que le escucha debe comprender que lo que dice debe también ser importante en la vida de él, para que estime valioso lo que está aprendiendo.

Siempre que enseñe, utilice la Palabra de Dios. Si usted va a ayudar al joven a formar un carácter piadoso y prudente, no hay nada mejor que la Biblia para mostrarle que Ella tiene autoridad, y con esa autoridad nos enseña lo que es provechoso (2 Timoteo 3:16-17).

Por último, hable con el joven, exprese con amor y firmeza que nuestra vida debe ser una vida piadosa, digna del Evangelio de la Gracia Salvadora. Nuestras decisiones, todas las que tomemos, deben estar de acuerdo a lo que Dios espera de cada uno de nosotros. No podemos vivir una cosa y predicar otra, mucho menos podemos vivir lejos de lo que Dios espera de cada creyente.

Tanto el mundo y el enemigo van a querer arrastrar al joven a una vida pecaminosa. Esta es la etapa más frágil para el joven creyente. Es en donde más va a requerir de nuestra enseñanza. Para que ésta sea eficaz, debemos moldear con nuestra propia vida lo que ellos deben vivir. Pablo le pide a Tito que su enseñanza debe ir acompañada de un carácter íntegro propio del educador, eso quiere decir sin opción a ser reprochado. No hay nada menos efectivo que enseñar a alguien cierto comportamiento, si uno mismo no lo tiene.

Pida ayuda a Dios para que Él obre en usted, que lo ayude a educar a su joven adolecente. También ore para que el mismo Señor obre en la vida de su adolecente y ellos aprendan prudencia, integridad y piedad.

 

1 Corintios 11:1

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.”

Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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