Nunca desestimemos el valor de la obediencia

La vida de obediencia no solo nos bendice, sino que alcanza a otros con nuestras bendiciones y deja una enseñanza que otros van a querer seguir. Impactemos favorablemente nuestra vida y la de los demás comprometiéndonos a caminar con Dios sin titubear. Recuerde lo que dijo un día W. MacDonald: «La obediencia total trae victoria total»

¿En quién confiaremos al dar?

El servir a Dios es una gran bendición que tiene también una gran responsabilidad. Cuando se trata de diezmos y ofrendas, las iglesias no debemos escatimar esfuerzos y medidas que vayan a prevenir cualquier inconveniente que pueda provocar daños muy grandes dentro de las congregaciones. Aunque todos los que sirven al Señor deben ser creyentes responsables, debemos recordar que todos seguimos expuestos al pecado, y por esto, debemos establecer pautas que eviten al máximo cualquier duda o inconveniencia.

Dar con voluntad y disponibilidad

En el principio de dar son varias las áreas que se deben considerar. No solo está el dar con generosidad y amor, sino que también se debe dar de acuerdo con las posibilidades propias de cada uno.

Creciendo en la “gracia” de dar

La madurez espiritual es el deseo de Dios para cada creyente, y por eso debe ser nuestra meta constante y creciente. Cada uno de nosotros tenemos diferentes áreas que deben ser fortalecidas, y en algunas áreas tenemos mucho más trabajo que hacer comparado con otras. La falta de crecimiento en el área del dar y de la generosidad es una muy común dentro de la iglesia de Cristo.

Impulsado por Su amor

Muchos viven para sí mismos, entregados a sus propios valores y deseos egocentristas. Otros en cambio, viven para otros, para complacer a alguien a o alguna corriente del mundo. Pero pocos, y solamente los que conocen del amor de Dios en Jesús, saben que no hay nada más significativo que vivir para nuestro Redentor.

La academia de la consolación

Las pruebas tienen el propósito de renovar nuestro interior, sacando lo indeseable y forjando un carácter similar al del Señor (Ro. 5:1-5; Stg. 1:3-5; 1 P. 1:6-9). Mientras estemos en esta vida siempre enfrentaremos tribulaciones, eso es parte de vivir en un mundo caído, y Dios permite que lleguen a nuestras vidas esas dificultades para nuestra transformación mientras Él nos ayuda a salir en victoria (Jn. 16:33).

¿Estamos realmente firmes?

Como creyentes, debemos ser prudentes y humildes. La prudencia nos ayudará a actuar apropiadamente, mientras que la humildad no recordará de que todos podemos caer. En cambio, la necedad nos hará actuar sin cordura, y el orgullo nos cegará haciéndonos creer que somos invencibles ante las tentaciones.

Aprendiendo de experiencia ajena

Al igual que Israel, todos los creyentes hemos sido liberados del pecado por la misericordiosa bondad del Señor. Por Su gracia hemos recibido lo que no merecíamos, y tenemos la seguridad de que estaremos en Su presencia el día que partamos de este mundo. Pero mientras ese día llegue, ¿por qué no vivir consagrados a Él?