¿En quién confiaremos al dar?

El servir a Dios es una gran bendición que tiene también una gran responsabilidad. Cuando se trata de diezmos y ofrendas, las iglesias no debemos escatimar esfuerzos y medidas que vayan a prevenir cualquier inconveniente que pueda provocar daños muy grandes dentro de las congregaciones. Aunque todos los que sirven al Señor deben ser creyentes responsables, debemos recordar que todos seguimos expuestos al pecado, y por esto, debemos establecer pautas que eviten al máximo cualquier duda o inconveniencia.

Se requiere servicio íntegro

Dios llama a todos los creyentes a servir, y este privilegio no debe ser ignorado, antes recibido con humildad y gratitud. El Señor desea obrar por medio de nosotros para continuar con Su obra en la tierra antes de que Cristo venga, y este privilegio debe ser tomado como un honor.

Santificando un día para el Señor

Para el creyente, el guardar un día para el Señor es igualmente importante. Ese día debe reunirse en la iglesia para adorar junto al pueblo de Dios, servir en el Cuerpo de Cristo, y compartir entre creyentes y familiares. Ese día debería ser enfocado para regocijarse en Dios por todo lo que Él ha hecho.

Mantengamos nuestro compromiso al dar

Nuestra responsabilidad ante Dios es dar, eso lo expresa muy bien la Biblia. Pero también es una responsabilidad de quienes reciben el dinero el usarlo correctamente. Nehemías había buscado a personas confiables para administrar las ofrendas “porque eran tenidos por fieles” (Neh. 13:13). Mucho del descrédito de la enseñanza ha venido lamentablemente por el abuso de “vendedores del evangelio” que hacen uso malicioso de las ofrendas de los creyentes (2 P. 2:1-3).

Es una bendición

Realmente el poder servir es un gran honor, una bendición; es extender una mano de amor para ser de bendición.