¡Cuidado soberbio, viene tu caída!

El sabio llega a conocer la vida desde la perspectiva divina, y solamente a aquellos humildes de corazón les es dada la sabiduría. Pero esa misma persona puede volverse altiva después de adquirir conocimiento, cuando deja que ese conocimiento llene su mente de vanidad y jactancia por haber alcanzado esa sabiduría.

¿Ante quién y/o por qué me alabo?

La vanidad es un enemigo silencioso, que llega a afectar terriblemente la correcta perspectiva de las personas. Este pensamiento, que nace del pecado del orgullo, lleva a las personas afectadas a considerar todo de una manera insustancial, fundando valores en una simple ostentación sin fundamento. Puede cegar el entendimiento y llevarle a vivir un estatus irreal basado en apariencias y obstaculizando la debida apreciación de cada persona o cosa.

¿Estamos realmente firmes?

Como creyentes, debemos ser prudentes y humildes. La prudencia nos ayudará a actuar apropiadamente, mientras que la humildad no recordará de que todos podemos caer. En cambio, la necedad nos hará actuar sin cordura, y el orgullo nos cegará haciéndonos creer que somos invencibles ante las tentaciones.

¡Cuidado con el orgullo!

Hoy en día, algunos hermanos de algunas iglesias podrían menospreciar a los otros creyentes por tener ciertas características que otros no tienen: Tamaño de congregación, ciertos ministerios u posibilidades de recursos, algunos maestros y predicadores, etc. La vanidad dentro de los creyentes aún se puede ver en nuestros días, y entre mayores esas diferencias, mayores las posibilidades de envanecerse.

Principios para el Líder X – HUMILDAD

El líder piadoso y humilde reconocerá que Dios es Quién ha permitido que llegue a ese lugar.

Principios para el Líder VII – SERVICIO

El verdadero líder debe considerar su posición como una responsabilidad que tiene el privilegio de servir a otros.

Gozo y gloria del débil

A lo contrario a lo que uno siempre piensa, las debilidades son, y siempre serán en la vida cristiana, una razón para gozarse y gloriarse.

Realmente abajo

Realmente abajo.   Lucas 1:46-49 “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre.”   «OíSigue leyendo «Realmente abajo»