Tito 2:6, 11-12
“Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; […] Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”
Proverbios 4:23
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.”
Como lo hemos explicado anteriormente, los jóvenes mayores de doce años comienzan a explorar y experimentar cambios en cuerpo, y el entendimiento es modificado por ese crecimiento corporal que ahora experimenta. Es ahí donde inician a contemplar más interesadamente a los chicos del sexo opuesto y su perspectiva de las relaciones interpersonales cambia o adquiere un matiz diferente. Comienzan a interesarse por quienes hasta hace poco ya no les eran interesantes; ahora los ven con “mayor agrado”.
Pablo nos dice que debemos enseñar a nuestros hijos a ser “prudentes”, también nos dice que como creyentes se debe vivir “sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:6, 12); y las relaciones amorosas es un área muy importante.
En los últimos años, a causa de una fuerte influencia mediática y social, se ha impulsado entre los jóvenes la falsa necesidad de comenzar relaciones amorosas desde muy temprana edad. Entendiendo que una relación amorosa no es mala, siempre y cuando se la lleve apropiadamente y con un propósito fijo: El Matrimonio.
Ser sobrios y prudentes nos conduce a actuar con dominio propio y sabiduría. No hay nada más bello que ver a nuestros jóvenes actuando controlados y sabios, y en las relaciones amorosas, estas características son muy valiosas.
Proverbios 4:23 nos exhorta a guardar el corazón; esto es cuidarlo, protegerlo, conservarlo. No habla del corazón físico, sino del área mental, emocional, y la voluntad. Dios, en su sabiduría, nos manda a “guardar” o a proteger nuestros sentimientos. Se puede imaginar los sentimientos de su hijo pisoteados, maltratados, resentidos, rencorosos, duros y hasta vengativos a causa del maltrato recibido por malas relaciones. Ese corazón no va a poder amar apropiadamente, al contrario, actuará negativamente influenciado por experiencias pasadas. Dios no desea que nadie sufra ni actúe inapropiadamente por y con los demás, es por ello que manda a cuidar el corazón de malas experiencias que le vayan afectar. Debemos enseñar a nuestros hijos que lo mejor que pueden hacer es cuidar su “corazón” para conservarlo íntegro, sano, para quien vaya a ser su pareja para toda la vida.
Se escucha que las experiencias nos “enseñan”, y aunque esta verdad es real en muchas áreas, en la parte sentimental no lo es así. Las relaciones previas pueden dejar huellas muy fuertes en los corazones de los jóvenes y afectará mucho en la manera como lleguen amar a su pareja y a confiar en ellos en el futuro.
Si alguien va a exponer su corazón, será mejor que sea a quien realmente vaya amarlo y a cuidarlo por el resto de su vida. Esto va a poner un propósito en una relación; si su hijo va amar, que sea a quien bajo mucho cuidado considera va a ser su pareja para toda la vida. El corazón será un gran regalo que debe conservarlo para quien lo va apreciar (Cantares 7:12-13 LBLA).
Enseñe a sus hijos a no estar en relaciones amorosas de manera informal. Las relaciones pasajeras siempre traerán perjuicio. Ore con ellos y por ellos para que puedan guardar su corazón “porque de él mana la vida”, de él brota el comportamiento de toda persona (Proverbios 4:23).
Vivir sobriamente traerá buen testimonio a los demás, y nuestros hijos pueden ser luz de prudencia para los demás jóvenes que necesitan conocer verdades bíblicas que bendecirá a todos aquellos que las aprecien.
«Señor, ayúdanos a educar a nuestros hijos, y que ellos vivan una vida sobria, prudente, guardando sus “corazones”»
Cantares 7:12-13 (LBLA)
“Levantémonos temprano y vayamos a las viñas;
veamos si la vid ha brotado,
si se han abierto sus flores,
y si han florecido los granados.
Allí te entregaré mi amor.
Las mandrágoras han exhalado su fragancia,
y a nuestras puertas hay toda clase de frutas escogidas,
tanto nuevas como añejas,
que he guardado, amado mío, para ti.”