Lucas 12:15
“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.”
En uno de los viajes que realizaba para visitar a mi familia en mi país de origen tuve la oportunidad de hacer escala en una ciudad muy importante de EEUU, misma que se encuentra en la costa. A causa de que la conexión del vuelo tenía un retraso de casi 20 horas decidí buscar un lugar cercano a la playa para aprovechar la oportunidad de este tiempo de espera.
Mientras visitaba esta ciudad pude contemplar grandes edificaciones, casas de gran lujo, autos y botes costosos, y un estilo de vida que muy pocos pueden tener. En el tiempo que contemplaba tal derroche de riquezas un solo pensamiento rondaba mi mente: “¿Qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
Por la noche salí a caminar por la playa para aprovechar la calmada oscuridad. La suave brisa de esa noche y una luna preciosa acompañaron mi caminata. La quietud del momento me ayudó a reflexionar sobre lo bello que es la naturaleza y las cosas bellas que podemos disfrutar. Al amanecer, el sol radiante aparecía por la ventana y una cálida luz abrigaba la habitación. En el corto tiempo que quedaba pude salir a la playa para aprovechar del mar, pero en todo este precioso tiempo la misma idea cautivaba mi pensamiento: “¿Qué aprovechará el hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
Jesucristo ha dejado claramente expuesto en Su Palabra que esta vida no es todo lo que tenemos para disfrutar. En la parábola del rico insensato (Lucas 12:13-21) nos expresa que la vida del hombre “no consiste en la abundancia de los bienes que posee”, tampoco está en las cosas que pueda llegar a conocer o experimentar.
La vida en la tierra no es lo único que el hombre vivirá, después de la muerte en la tierra viene la eternidad para todos. Esta eternidad tiene dos destinos claramente explicados en la Biblia: El cielo, junto a Dios, y el infierno, separados de Dios.
El hombre en general se afana diariamente por conseguir una mejor vida, viaja tanto para conocer nuevos lugares, edifica grandes ciudades y vive en lujosas mansiones. Experimenta grandes momentos; pero poco medita en lo que vendrá después de su muerte: Su destino eternal.
La vida si puede ser valiosa disfrutando de todo esto siempre y cuando uno tenga una perspectiva correcta. Esto no lo es todo, ni menos lo más importante, hay algo mucho más grande que todo ello, y es lo que viene después de la muerte. Jesús vino para ofrecer al hombre una mejor vida, la vida eternal en el cielo, pero pocos se preocupan por conseguirla. Para quienes si se preocupan por su eternidad existen dos caminos: Aquellos que buscan obtenerlo por su buen comportamiento (sus buenas obras), y aquellos que depositan su certeza de fe en la obra redentora en Jesús.
Jesús vino para dar vida, y vida en abundancia. Los bienes de este mundo son buenos, pero no lo son todo; esta vida es buena, pero no lo es todo. Jesus te ofrece una vida buena llena de bendiciones no solamente materiales aquí en la tierra, pero te ofrece una vida eterna junto a su presencia si le abre su corazón. No olvide: “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” solamente.
«Jesucristo, gracias por venir para darme una mejor vida, una vida eterna»
“Yo he venido para que que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” – Jesucristo (Juan 10:10)