Marcos 9:2-13
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.”
- Jesús había llegado al monte alto para orar con Sus discípulos. (Lc. 9:28)
- Varias de las ocasiones especiales que Jesús tuvo fueron acompañadas de Pedro, Juan y Jacobo. (Lc. 8:51; Mr. 14:33)
- La palabra transfiguración quiere decir cambio de forma, queriendo decir que hubo un cambio total en su aspecto físico, lo que generó una impactante escena.
- Solamente el Evangelio de Lucas nos dice que estuvieron hablando de la muerte de Cristo y Su viaje en Jerusalén. (Lc. 9:31)
- Dios Padre se manifiesta ante ellos para expresar la autoridad de Jesús diciéndoles a los tres discípulos: “Este es mi Hijo amado; a él oíd.” (Mr 9:7)
La transfiguración de Jesucristo debió haber generado un impacto en la vida de sus tres amados discípulos. Posteriormente Pedro dijo que vieron Su gloria y majestad (2 P. 1:16, 17). Una luz muy intensa salía del interior de Jesús de tal manera que aún la ropa fue modificada por ese resplandor.
En ese instante aparecen Elías y Moisés, quienes dialogan sobre los últimos momentos del ministerio de Jesús aquí en la tierra (Lc. 9:31). En la Biblia encontramos varios de esos diálogos celestiales que, por su singular desarrollo, nos dejan una enseñanza especial: “Cuando Dios va a hacer algo especialmente grandioso, vemos a la Deidad interactuando entre las Tres Personas de la Trinidad, o dialogando con Sus creaturas”. Lo vemos cuando va a crear al hombre, cuando el hombre recibe el mandato de cuidar todo, cuando el hombre pecó, con Job, con Abraham, etc., etc., etc.
Ante este singular evento, Pedro nos recuerda que, toda experiencia junto al Señor es única y maravillosa, pero que cada uno de nosotros podemos tener un “diálogo” con Dios más impactante al leer la Biblia, lo cual es lo más valioso, ya que fue inspirada por el Señor para nuestro provecho (2 P. 1:18-21). Tal vez no veremos una transfiguración como lo vieron los discípulos, pero podemos tener una conversación celestial con nuestro Dios cada día que nos acercamos a Su Palabra, y esa es una experiencia celestial que debe impactar nuestras vidas diariamente.

“Cada encuentro que Dios tiene que con el creyente a través de Su Palabra es uno de carácter celestial.”
Ministerio UMCD