1 Samuel 19:1-6
“Habló Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus siervos, para que matasen a David; pero Jonatán hijo de Saúl amaba a David en gran manera, y dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto cuídate hasta la mañana, y estate en lugar oculto y escóndete. Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estés; y hablaré de ti a mi padre, y te haré saber lo que haya. Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, porque ninguna cosa ha cometido contra ti, y porque sus obras han sido muy buenas para contigo; pues él tomó su vida en su mano, y mató al filisteo, y Jehová dio gran salvación a todo Israel. Tú lo viste, y te alegraste; ¿por qué, pues, pecarás contra la sangre inocente, matando a David sin causa? Y escuchó Saúl la voz de Jonatán, y juró Saúl: Vive Jehová, que no morirá.”
Por lo general, e inclusive en algunas culturas más enfáticamente, el respeto a los mayores y el escuchar la opinión de esas personas es una de las muy buenas costumbres a seguir. Siempre es apropiado escuchar y obedecer a los padres u alguna persona mayor en edad. La Biblia misma nos dice que debemos obedecer y honrar a los padres (Efesios 6:1-3). ¿Pero qué pasaría cuando los padres están verdaderamente equivocados o van en contra de principio bíblicos? ¿Se los debe seguir obedeciendo? ¿Desobedecerlos es deshonrarlos? ¿Corregirlos es apropiado?
Especialmente en muchos países asiáticos el reconocimiento que se le da a las personas mayores llega al punto de un obedecimiento dado a un rey, sin cuestionamiento y completa sumisión. Sin mal interpretar que los hijos deben someterse a los padres en forma bíblica, algunas veces este sometimiento no debería darse cuando las peticiones dadas son inapropiadas.
En el caso de Jonatán, el rey Saúl se había enfurecido mucho en contra de David; su celo era tal que había producido un odio tan fuerte que impulsaba a Saúl a asesinar a su siervo. Jonatán entendía que el deseo de su padre no era correcto, sabía que no era justo y que tenía que hacer algo para impedir que su padre pecara (1 Samuel 19:4, 6). El problema que se presentaba era que su padre no quería escuchar alguna defensa en favor de David, pero Jonatán quería evitar que su padre cometiera un grave error.
De la misma manera, algunos de padres se pueden negar escuchar a sus hijos. Es tal su carácter, que piensan que ellos, y sólo ellos, tienen la razón, sin dar oportunidad a los hijos a expresarse, menos a contradecir la opinión de ellos.
Como padres, debemos estar dispuestos a escuchar a nuestros hijos. Aceptemos que no siempre podemos tener la razón y que podemos equivocarnos. Otras ocasiones no serán malos nuestros pensamientos, pero puede ser que un punto de vista de nuestros hijos tenga una mejor perspectiva y por lo tanto mayor beneficio. ¡Oigámoslos!
Para los hijos, obedezcamos a los padres, honrémoslo; pero si creemos que existe algún error en ellos, hablemos con respeto y presentemos nuestras opiniones, pueden ser que sean apropiadas y necesarias.
Todo este marco de respeto y apertura nos puede ayudar a conseguir un dialogo siempre constructivo en el hogar. Recordemos padres que nuestro deber es buscar el bienestar de nuestra familia en temor y obediencia a Dios. Hijos, honremos a nuestros padres y obedezcamos sus peticiones, excepto cuando esta orden vaya en contra de la voluntad directa de Dios mostrada en la Biblia.
Un caminar apropiado con Dios de todos los miembros de la familia harán que la honra, la obediencia, y las buenas acciones siempre existan en el seno de una buena familia piadosa.
Efesios 5:21
“Someteos unos a otros en el temor de Dios.”