Tito 2:6
“Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes.”
Amós 3:3
“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”
El enamoramiento es una etapa esencial en la vida de una pareja. Inicia generalmente con una atracción física que va incrementando y adoptando nuevas razones a medida que avanzan a la etapa del conocimiento de la otra persona. Son generalmente las cosas mutuas en común las cosas que buscamos o deseamos en la otra persona lo que nos atraen más y más hasta el punto en el que nos sentimos seriamente encantados.
Lo que mantendrá firme la relación matrimonial en el futuro no serán las cosas externas que nos enamoran, sino mas bien esos valores internos, las cosas inmateriales. Las metas, la manera de tratar a la persona, las actividades que comparten juntos, los principios morales y espirituales; todos estos factores son más valiosos que la parte externa al final de los días, pues la belleza es vana, y muchas veces engañosa (Proverbios 31:30a).
El profeta Amós nos señala un principio muy importante al momento en el que nuestros hijos quieran buscar una pareja: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3).
El factor más importante en el cual nuestros jóvenes deben enfocarse es el espiritual, y lamentablemente este es el menos relevante en la mayoría de los casos. Cuando Esaú buscó esposas, escogió mujeres paganas, “y fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca” (Génesis 26:34-35). Sansón en dos ocasiones escoge dos mujeres filisteas como sus esposas, mismas que le causaron gran pesar (Jueces 14 – 16).
Dios había sido muy específico en la Ley que dio a Moisés, los hijos de Israel debían casarse con mujeres israelitas, o por lo menos que profesen la misma religión para evitar que las mujeres paganas alejen a sus hijos hacia la adoración de dioses falsos (Deuteronomio 7:2-4; Josué 23:12-13). La seriedad de este factor fue tan importante en aquel tiempo, como lo es ahora. Pablo, en su Segunda Carta a los Corintios, nos recuerda que nuestras relaciones de toda índole: sean estas comercial, de amistad, u de otro tipo; debe hacerse con personas que profesen nuestra misma fe, para evitar encontrarnos en relaciones que no le agraden a Dios (2 Corintios 6:14-18).
Pero no solamente su fe es importante, sino el grado de madurez en ellos. En el principió que Amós nos da, nos enseña que para caminar juntos los dos, deben estar “de acuerdo”, esto implicaría el mismo grado de compromiso y de conocimiento de Dios. Oremos para que nuestros hijos puedan estar tan comprometidos con Dios mucho antes de comenzar a buscar su pareja, para que sea bajo el temor y la guía del Señor que ellos puedan encontrar a la persona que vaya a ser su esposo. Si Dios está en primer lugar en nuestros hijos y en las personas en quienes nuestros hijos se interesen, de seguro ellos podrán tomar decisiones que siempre los bendecirán a ellos, y los demás nos sentiremos gozosos.
Estar “de acuerdo” también implica sus metas. Nuestros hijos deben buscar parejas con metas comunes. La frustración en varios matrimonios se da cuando ellos no tienen las mismas. También puede aplicarse este principio en actividades que ellos puedan desarrollar comúnmente como salidas de paseo, actividades sociales juntos, deportes, etc.; todas estas áreas deben ser un buen factor a considerar.
Nunca dejemos de enfatizar estas consideraciones a nuestros hijos, pues en la medida de que ellos puedan escoger parejas que vayan a ser bendición para sus vidas, traerá bendiciones para nuestras vidas también. No es solo importante esperar en el tiempo para buscar a una persona a quien amar, sino también el “con quién” se van a casar es imperante.
«Señor, que nuestros hijos puedan escoger parejas que vayan a agradarte a Ti en primer lugar»
Proverbios 18:22
“El que halla esposa halla el bien,
Y alcanza la benevolencia de Jehová.”