1 Corintios 4:17-21
“Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias. Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros. Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?”
- El problema de la división en la iglesia debido al sectarismo generado por la identificación con uno u otro líder había sido muy serio (1 Co. 1:12-13; 3:4-5), por eso Pablo en estos últimos versículos del capítulo expresa una contundente exhortación al arrepentimiento y el cambio.
- Pablo está animando al cambio, y les expresa que deben reconsiderar su mal comportamiento antes de que él vaya, ya que deseaba ir personalmente a verlos. Mientras él encontraba un tiempo para visitar a la iglesia envía a Timoteo con instrucciones para que les hablara de lo que el apóstol había estado ya enseñando por todas partes referente a la humildad y el buen comportamiento en Cristo (1 Co. 4:17-19).
- Les recuerda que el verdadero comportamiento dentro de la iglesia no debe ser evidenciado por el uso de palabras solamente, sino que necesitan de la obra del Espíritu, quien actúa con poder solo en las personas que andan bajo el Espíritu. (1 Co. 4:19-20, Comp. Gá. 5:16-22)
- Pablo también les dice que la manera como él iría a verlos dependerá de su cambio; si siguen rebeldes irá con “vara”, pero si hay cambios llegará con “amor y espíritu de mansedumbre”.

El motivo de esta Primera Carta de Pablo no es la enseñanza doctrinal principalmente, como en muchas de las otras cartas, sino que es un llamado al arrepentimiento. Como el padre espiritual de la iglesia, Pablo escribe con el propósito de corregir la mala conducta que llevaban, y con autoridad les reprende. A tal punto que tiene que amenazar firmemente con su presencia y disciplina si es necesario.
La exhortación y la disciplina son dos herramientas que son o mal utilizadas, o no utilizadas en muchas de las iglesias. Muchos no imparten esta sana corrección por tener temor a causar daño en la iglesia; pero otros son tan drásticos, que, por ejercer estos dos medios corrección, causan mucho daño al no hacerlo apropiadamente.
Más adelante Pablo enseña con un caso específico principios de cómo corregir bíblicamente (1 Co 5:1-13). Pero vemos que el mismo Señor nos da pautas en uno de los Evangelios (Mt. 18:15-18). Primero debemos buscar al ofensor y hablar personalmente con él sobre lo sucedido para dejarle saber su mal comportamiento. Después, si no ha habido cambio, se debe buscar un par de testigos para que estén presentes en una segunda reprensión. Pero si el cambio no existe, entonces se debe mencionarlo en la iglesia. SI ya no hay cambio después de ello, entonces la excomunión temporal es necesaria. El principio de esto es mantener la santidad dentro de la iglesia.
Se debe tratar con amor y con verdad todo caso, considerándonos a nosotros mismos como sensibles a estar en el mismo lugar que el ofensor, pero con el deseo de mostrar real interés y amor para ayudar al prójimo al cambio genuino y provechoso (Gá. 6:1-5).
Siempre se debe tener el amor y la mansedumbre en todo momento, pero cuando es necesario, se debe ejercer la “vara de la corrección” para santificar a la iglesia. La oración y la exhortación bíblica tiene el propósito de depender de Dios para hacer una corrección de provecho.

«La santidad en la iglesia es tan necesaria como la santidad en la vida personal de cada creyente; y si es necesaria, la corrección bíblica se debe aplicar»
Ministerio UMCD