No insistamos, no hay comunión – Parte I

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2 Corintios 6:14-16

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.”

  1. El “yugo” es el instrumento de madera y metal que mantiene unido a dos animales para una tarea agrícola; y para que se pueda sacar provecho de esta herramienta, se debe poner a dos animales de iguales condiciones. El colocar esta herramienta sobre dos animales diferentes características o de diferente fuerza provocaría muchos conflictos al momento de arar la tierra. Usando la ilustración del A.T. (Dt. 22:10), Pablo introduce la enseñanza para evitar cualquier unión comercial o de cualquier índole de relaciones entre los creyentes y no creyentes, sobre todo esperando que no acepten a los falsos maestros que estaban introduciéndose en la iglesia.
  2. Usando 5 palabras similares, pero específicas, Pablo hace unas preguntas para aclarar que no se puede hallar una posible relación: “compañerismo”, “comunión”, “concordia”, “parte”, y “acuerdo”. La primera habla de tener algo en común, mientras que la segunda incluye una relación más personal o fraterna. La tercera se refiere a un sonido en conjunto (entonar); la siguiente relacionada con obtener alguna porción; y la última hace referencia a un acuerdo legal. Y a todas estas preguntas la respuesta es enfática: ¡No!
  3. Las diferencias son evidentes. En primer lugar, los “incrédulos” son injustos, eso quiere decir que están todavía bajo juicio de condenación; viven en “tinieblas”; tiene una relación con “Belial” o el diablo; aún no han puesto su fe en Cristo como su Salvador; y siguen en pos de “ídolos” forjados por las falsas religiones y los demonios.
  4. En contraste, los creyentes han sido declarados justos, viven en “luz” iluminados por Dios, tiene una relación directa con “Cristo” porque han puesto su fe en Él como su Salvador, y ellos viven adorando a Dios, mientras que en sí mismos mora el Espíritu Santo.
  5. Utilizando un versículo del A.T., Pablo nos recuerda que hay una promesa por parte de Dios de habitar en medio de un pueblo santo y apartado (v. 16; Comp. Lv. 26:12; Ez. 37:27).

Mientras estemos en este mundo todos estaremos rodeados de personas que aún no han puesto su fe en Jesucristo. Esta realidad nos pone en una verdad que evidentemente está marcada por una diferencia abismal. Si bien todos somos personas creadas por Dios, y todos somos pecadores, la diferencia se marca en la condición espiritual en la que nos encontramos ambos grupos, y que es completamente distinta.

La enseñanza del “yugo desigual” que Pablo nos presenta en 2 Co. 6:14-18 nos ayuda a tener presente y de forma clara esta verdad de la imposibilidad de poder mantener relaciones cercanas o íntimas con personas que aún no han conocido a Dios, sean estas relaciones comerciales o personales.

La premisa parte del hecho que un creyente ha entrado en una relación espiritual real con Dios el día de la salvación, por tanto, su condición lo habilita a conocer, seguir y adorar a Dios de la forma que Él espera. En cambio, la persona que no ha puesto su fe en Jesús sigue en rebeldía con Dios, sin entendimiento ni capacidad espiritual para seguirle o adorarle a Él.

Entonces, en tanto que el creyente quisiera acercarse más al Señor, el no creyente va a alejarse de Él. En esa relación ninguno de los dos podría trabajar juntos en pos de un común propósito espiritual significativo (Am. 3:3). El creer o esperar que esto no tiene importancia es una mentira que muchos creyentes están aceptando porque no ven la seriedad de las enseñanzas de la Biblia.

El creyente es llamado a alcanzar al mundo con el evangelio, esa es nuestra meta firme en nuestras relaciones en este mundo, y mientras esas personas sigan siendo incrédulas, nuestra meta debe ser ello: evangelizarlos. Ya después, cuando esa persona haya sido salva, las condiciones para una relación mas cercana difieren porque ya ambos tienen una condición espiritual similar y pueden seguir un camino común real, sincero, glorioso.

[Si desea continuar con la siguiente lección (Parte II), haga clic aquí]


«Las diferencias espirituales entre un creyente y un incrédulo son tan grandes que impiden que entre ellos haya común propósito hacia Dios. Es como poner a un caballo y un toro juntos y pedir que caminen en una misma dirección»

Ministerio UMCD

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Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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