Proverbios 16:6
“CON MISERICORDIA Y VERDAD SE CORRIGE el pecado,
Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.”
Una de los recuerdos menos gratos de mi infancia son obviamente los momentos cuando mis padres me castigaban o reprendían por mi mala conducta o por no haber cumplido con mis obligaciones. Son varias veces las que recuerdo en las que ellos tuvieron que tomar acciones para detener mi mal comportamiento.
Como nos dice la Biblia “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza…” (Hebreos 12:11); las lágrimas, la aflicción y el dolor acompañan esos momentos de corrección. Pero si entendemos el beneficio, sabremos que una disciplina o castigo siempre será para bien. Sin olvidar que la mejor manera de vivir sabiamente será alejándonos del pecado o de nuestra mala conducta con nuestros padres y autoridades para evitar la corrección, también debemos considerar que por una vida no libre del pecado somos impulsados a hacer lo malo, y es ahí donde dicha corrección favorece.
El propósito de la disciplina tiene el efecto de alejar del mal. En Hebreos leemos que la disciplina es provechosa, puesto que Dios la utiliza para ayudarnos a vivir en santidad, y quienes participamos de ella aprendemos a vivir justamente (Hebreos 12:10, 11).
Así como Dios nos encamina para nuestro aprovechamiento a través de Su corrección, la Biblia nos enseña que debemos exhortar, corregir e impartir disciplina a quienes están haciendo mal.
Una corrección debe ser dada en forma adecuada y los ingredientes apropiados son la MISERICORDIA y la VERDAD.
W. Vine nos dice que la palabra MISERICORDIA se identifica con tres significados fundamentales: Fuerza, constancia y amor. El amor es un sentimiento que separado de los otros significados expresa únicamente sentimentalismo que lo separa de la obligación que tengo de amar; mientras que la fuerza y la constancia solo comunican cumplimiento de una obligación legal o de otro tipo. Es decir, la misericordia es un sentimiento que fluye del interior de una persona para amar a alguien pero que conlleva un compromiso de hacerlo todo el tiempo.
Corregir con misericordia es exhortar o impartir disciplina motivado por un amor sincero que canaliza la corrección para la consecución de un beneficio ajeno, hacia quien se imparte esta corrección.
La VERDAD es indudablemente parte de esta corrección. Se debe decir lo que se tenga que decir a pesar de que la otra persona no quiera escuchar. La verdad debe ir de la mano con la Palabra de Dios. Un acto de corrección hecho con la Biblia siempre va ayudar porque mostrará a la persona lo que Dios dice.
Recordemos que, si vamos a hablar con alguien o a impartir disciplina, lo hagamos por el motivo primario de buscar el bien de la otra persona para que cambie su conducta, no para buscar un beneficio propio, aunque este se pueda a dar como resultado implícito.
«Una persona sabia aprovechará la corrección porque entenderá su beneficio, pero el necio ni con azote la recibe»
Proverbios 17:10
“LA REPRENSIÓN APROVECHA al entendido,
Más que cien azotes al necio.”
¡Amén! Dlb. Hno.
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