Tito 2:6-7
“Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad.”
Tanto la joven adolecente como el varón necesitan de enseñanzas que van a forjar su comportamiento y trato con las personas del sexo opuesto, y con quienes un día serán su pareja. Cada adolecente debe aprender a relacionarse con prudencia para que su trato no vaya a ocasionar problemas en el futuro.
Los adolescentes varones deben aprender a tratar a la mujer como una dama, ya que esta “niña” que ya ha crecido tiene otras características que no tenía unos meses y años atrás. Mientras que en la etapa de los 8 a 10 años todo niño no desea hablar de parejas y todo lo que tiene que ver con relaciones le produce molestia (le “da asco”, como ellos dicen), ahora es diferente. La mejor manera de educarlo es siendo usted ejemplo de buen trato a la madre de su hijo, su esposa.
El joven debe ver que usted respeta a su mamá. Debe mirar constantemente que la trata como a vaso frágil, y que como buen esposo da su vida por ella, como Cristo ama la Iglesia (Efesios 5:25-29). Enseñe a su hijo que el amor requiere entrega completa, y muéstrele con ejemplos vivos que significa ello.
Si desea, antes de una salida especial con su esposa, hable con su hijo y pregúntele qué es lo que él haría con su mamá si la cita fuera entre ellos dos. El propósito de esta pregunta es para que vaya aprendiendo que esos detalles pequeños son valiosos para su esposa, y así él considerará valioso hacerlo con quién vaya a ser la esposa de él. Lleve flores, escriba pequeñas notas, compre caramelos o chocolates, o abra la puerta del carro; recalque a su hijo el valor de estos pequeños pero importantes detalles.
Ya cuando llegue el tiempo a que su hijo puede tener una relación con una chica, ayúdele con consejos, hable con su hijo de cómo conquistarla, cuéntele sus propias experiencias; pero sobre todo háblele del trato que debe darle a la jovencita. En lo que a menudo fallamos los varones es en poder enseñar de enamoramiento a los hijos varones. Dejamos que sean los amigos de ellos quienes forjen eso en nuestros hijos, permitimos que otros compartan con ellos ideas negativas o perjudiciales que podrían afectar la vida emocional y espiritual de nuestro hijo.
En casa seamos ejemplo de buen esposo, colaborando con nuestra esposa en los quehaceres domésticos, para que ellos aprendan que el hombre no solamente debe trabajar y traer el dinero a la casa, sino que también es parte del cuidado y atención en el hogar.
Cuando trate de una manera cortés a su esposa, hágalo con sus hijas también si las tiene, y explíquele a su hijo el valor de este valioso trato.
Ser maestro y ejemplo es valioso en nuestra enseñanza. Su hijo aprenderá mucho escuchando, pero más viendo. Su esposa merece gran trato, y su hijo debe verlo y valorarlo, para que el día de mañana nuestro adolecente sea un esposo y padre especial.
«Dios, que nuestros varones sean esposos de valor»
1 Pedro 3:7
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
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