Amós 1:11
“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor.”
Si usted se pregunta: ¿Qué tan feo pueden terminar las relaciones entre los hermanos? Pues la Biblia nos dice que no siempre terminan bien, en varios momentos pueden presentarse eventos trágicos, fatales, llenos de odio y rencor.
Edom es el nombre dado al pueblo que se había desarrollado de los hijos de Esaú, el hijo de Isaac (Génesis 36:1). Este pueblo había ido habitar una región montañosa al sur de Moab después del regreso de Jacob de Mesopotamia. Fue un pueblo que creció mucho y que tuvo gran incidencia durante varios siglos en el sector de Canaán y Arabia. Comerciantes y agricultores por lo general, actuaban volublemente de acuerdo a sus necesidades y se aliaban con quienes ellos ‘podían sacar provecho’. Casi siempre los vemos como enemigos de los descendientes de Jacob, los israelitas; y es allí donde la historia se da, en medio de este odio familiar.
El pueblo de Edom negó el paso a los hijos de Jacob por su tierra cuando ellos salían de Egipto, a tal punto que les amenazaron con guerra si lo hacían (Números 20:18-21). En Amós 1:6, 9 vemos que los filisteos y la gente de Tiro llevaron cautivo al pueblo israelita para entregarlos a Edom, haciéndolos sus prisioneros. En Amós 1:11 nos dice que ellos constantemente subían a las ciudades de Judea para asaltarlas.
No debemos olvidar que todo esto comenzó cuando Jacob robó la primogenitura de Esaú, y Esaú lleno de rencor se prometió una terrible venganza: “Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.” (Génesis 27:41)
Jacob si trató de restituir su mal, cuando a su regreso desde la casa de su suegro Labán, Jacob entregó presentes a Esaú mostrar su arrepentimiento por haber robado la bendición de su padre (Génesis 32 y 33). Esaú en ese tiempo le manifestó que no era necesario tanto presente, pero lo cierto fue que nunca lo había llegado a perdonar, y su relación nunca fue restablecida (“… perpetuamente ha guardado el rencor.”).
¿Cómo está nuestro corazón? ¿Tenemos un rencor tan grande contra un hermano o un familiar cercano? ¿Hemos hecho algo para reestablecer una relación rota por un error cometido? Recordemos que Jacob inició un conflicto que trajo terribles consecuencias. ¿Somos nosotros ese Jacob?
Los conflictos familiares pueden tener muy trágicos finales o nunca tener fin. No podemos permitir que esto pase en nuestras familias. Talvez usted tenga un problema con un hermano, un padre, un sobrino, un hijo, un tío, un abuelo, un nieto, un primo, o un pariente político. No dejemos que el rencor se arraigue tan fuerte en el corazón. Si usted cometió el error: ¿ya buscó la manera de restituir y reparar el daño? Si usted recibió el error: ¿Sinceramente ya ha perdonado? Si usted tiene un conflicto con alguien y desconoce el motivo real de todo: ¿Ha tratado de dialogar para buscar la paz?
Dios estaba molesto con cuatro pecados de Edom: Estaba en constante conflicto con su hermano, se olvidaba del afecto natural que entre hermanos debería existir, perjudicaba constantemente a su hermano, y nunca decidió perdonar. ¿Se nos hace familiar alguno de estos problemas? Busquemos pronto estar en paz con nuestro hermano, y esto nos ayudará a estar en paz con Dios también.
«Señor, que mi amor hacia mi hermano sea mayor que cualquier problema con él»
Levítico 19:18
“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.”