Salmos 136:1-4
“Alabad a Jehová, porque él es bueno, Porque para siempre es su misericordia.
Alabad al Dios de los dioses, Porque para siempre es su misericordia.
Alabad al Señor de los señores, Porque para siempre es su misericordia.
Al único que hace grandes maravillas, Porque para siempre es su misericordia.”
Un día estaba por celebrarse el Día de la Madre cuando me encontraba distante de mi mamá, conversando con los miembros de la iglesia a donde asistía les comunicaba cuan grandioso pudiera ser el poder viajar al estado donde ella vivía para acompañarle en este día especial. Con un gesto muy especial, que solamente se puede explicar cómo obra de Dios, los hermanos de la iglesia decidieron darme dinero para ayudarme con el costo del pasaje de avión. Ese año pude viajar a Nueva Jersey para estar con mi mamá y poder celebrar este precioso día.
Otro día, de una manera similar, un hermano de otra iglesia decidió otorgarme sus millas que había acumulado en la aerolínea que frecuenta viajar para que yo pudiera estar con mi padre en una cirugía a la que él iba a ser sometido y que implicaba un alto riesgo, esta vez mi viaje era para el sur del continente. Ambos episodios son claras manifestaciones de la bondad de Dios a través del amor e interés de los creyentes.
El Salmo 136 es un llamado constante a alabar las misericordias de Dios, en estos 26 versículos se mencionan varias razones por las que debemos recordar cuán grande es Su misericordia. Cada uno de los versículos termina diciendo “porque para siempre es su misericordia”. Lo cierto es que cada una de las cosas que tenemos en esta vida es una manifestación del amor de Dios.
Si bien hay ciertas cosas que fueron especiales por el momento y la manera que se dieron, como mis dos viajes para visitar a mis padres, es cierto también que todo lo que viene a nuestras vidas proviene de Dios, incluyendo los detalles más pequeños. Desde el poder respirar en la mañana el momento que nos levantamos, la salud, un plato de alimento, la compañía de seres que amamos, el poder trabajar, el poder tener un hogar o una familia, el poder caminar, el tomar una taza de café; son infinitas las cosas, que, por ser comunes y frecuentes, las dejamos pasar por alto sin apreciarlas tal cual son, pero que siempre serán una manifestación de las misericordias de Dios. Es por esto que el Salmo 136 hace un llamado en cada versículo a alabar y agradecer la siempre eterna misericordia del Señor.
David bien nos recuerda en su salmo: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.” (Sal 103:1, 2).
Cada día, cada detalle, cada grande y pequeño recuerdo, desde los especialmente recordados hasta lo sencillamente ignorados; todos y cada uno de los detalles en nuestras vidas están acompañados de las misericordias de Dios. ¡Alabado sea nuestro bondadoso Padre Celestial!
«Gracias Padre por Tu infinito amor manifestado en cada detalle de mi vida»
Salmos 31:19
“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!”