Marcos 4:21-25
“También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”
- Jesús estaba por darles una doble enseñanza, una que derivaba de la otra. La primera constaba de dos partes, y la otra era la implicación.
- Jesús nos recuerda que no debemos ocultar la luz. Una luz tiene el propósito de alumbrar, y ocultarla es desperdiciar el propósito de ella. (v. 21)
- Jesús nos recuerda que todo lo oculto sale a la luz tarde o temprano, y que no tiene sentido esconderlo. (v. 22)
- Jesús hace un énfasis en la responsabilidad de escuchar las enseñanzas y hacer una sabia utilización de ella, porque aquél que es enseñado dará cuenta de lo que escucha, y si no quiere escuchar correctamente, entonces ya no se le enseñará más. (v. 23-25)
Siendo luz, los creyentes debemos ser sabios en utilizar nuestra vida para iluminar al mundo con la verdad de Dios, pero el no hacerlo es causa de juicio (Mt. 5:14-16). Pero al mismo tiempo, si no estamos alumbrando, puede ser posiblemente porque estamos en pecado (oscuridad), y eso, tarde o temprano, sale a la luz.
Como alumnos del Señor, nosotros seremos sabios en la medida en la que aplicamos las enseñanzas en nuestras vidas. Salomón dijo que sabio es aquél que escucha y usa apropiadamente lo que aprende, pero necio es aquel que escucha y no hace uso de lo aprendido (Pr. 10:8).
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“En la diligencia al aplicar lo que hemos sido enseñados traerá bendición o juicio”
Ministerio UMCD