Prometido, cumplido y confirmado.
Lucas 1:30-33
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
A medida que uno lee las profecías del nacimiento de Jesucristo, los cumplimientos de ese hecho y los propósitos de este increíble e incomparable hecho de gran significado para el hombre, nos maravillamos de lo fantástico que es. Bien dicen los estudiosos de la Biblia que, si le damos un solo título o tema general a la Palabra de Dios, este sería: «El Plan de Dios para salvación del hombre por medio de Jesucristo»
Cuando el ángel se le acerca a María para explicarle de este nacimiento tan especial, le explica que el niño tendrá que ser llamado Jesús (Lucas 1:31), pues su nombre significa Salvación o Dios salva (Mateo 1:21). Pero no solamente que vemos aquí el propósito de su nacimiento, en Lucas también vemos un detalle que resalta el cumplimiento de las promesas en cuanto a Su realeza: “… el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:32-33)
En Isaías 11:1, el profeta anunció que el Salvador vendría del “tronco de Isaí”, el padre de David (1 Samuel 16:1, 11-13). Es aquí donde vemos el cumplimiento de la profecía prometida. David, por hallar gracia ante Dios, recibe la promesa que de sus entrañas nacería Uno que reinaría por siempre (2 Samuel 7:12-22).
Algo curioso del nacimiento de Jesucristo es que, aunque cumplió la promesa de nacer en Belén, la ciudad donde nació David (Miqueas 5:2; Lucas 2:4-7); Jesucristo creció en Nazaret de Galilea, lugar donde sus padres vivían (Lucas 2:4), y lugar de donde, aunque inesperadamente cumplida, también había sido prometida su aparición. Isaías profetizó que Jesús sería considerado como “vástago”, y esto haciendo referencia al lugar de su crecimiento. En Miqueas se anuncia donde habría de nacer: Belén, en Isaías donde habría de crecer: Nazaret, lugar donde también se dio su milagrosa concepción (Lucas 1:26, 27), por lo que se cumplió lo prometido de que sería “llamado nazareno” (Mateo 2:23).
Lo fascinante de esta promesa cumplida, es que el mismo Señor Jesucristo envía un mensaje a Su Iglesia por medio de Juan para dar “testimonio”, o confirmar, que Él ha cumplido estas profecías y que desea que esperemos Su venida pronto, como la Esposa espera por su Esposo (Apocalipsis 22:16, 17).
Navidad es celebrar la promesa cumplida y confirmada del nacimiento de nuestro Salvador. Es al mismo tiempo anhelar Su pronta venida. La Iglesia, los creyentes, debemos celebrarlo anunciándolo a viva voz.
«Jesucristo, celebramos la promesa cumplida de tu primer advenimiento»
Apocalipsis 22:16-17
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”