Hechos 16:25-31
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. ENTONCES SOBREVINO DE REPENTE UN GRAN TERREMOTO, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, LES DIJO: SEÑORES, ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO? ELLOS DIJERON: CREE EN EL SEÑOR JESUCRISTO, Y SERÁS SALVO, TÚ Y TU CASA.”
Los Movimientos Telúricos son movimientos de la tierra resultado de la liberación brusca de energía cuando chocan las placas tectónicas, o en general, cuando ocurre una reorganización brusca de materiales en la corteza terrestre. Estos eventos pueden crear grandes alteraciones sobre la superficie terráquea que afectan al terreno y todo lo que está sobre él, incluyendo al hombre. En forma general estos movimientos son sinónimo de tragedia.
En la Biblia existen varios ejemplos en los que representan el juicio de Dios (Números 16.28–34; 2 Samuel 22.8; Isaías 24.19–20); pero también hay otros que van acompañados con la obra misma de Jesucristo: Su muerte (Mateo 27:51), Su resurrección (Mateo 28:2), Su segunda venida (Zacarías 14:4-5). Para Pablo y Silas sería su liberación de la cárcel, pero para el carcelero de Filipos este inolvidable evento traería su salvación eterna (Hechos 16:25-32).
Mientras Pablo y Silas cantaban y oraban con fervor vino un “gran terremoto” que sacudió la cárcel. El carcelero, pensado que todos los prisioneros se habían escapado decide matarse, había una ley en ese tiempo que si alguien dejaba escapar a los prisioneros recibiría un horrendo castigo de muerte. Más Pablo, gritando a gran voz le pide que no se haga daño, que todos estaban ahí.
El tremendo horror por el terremoto y la idea de enfrentar la misma muerte, sea esta por el sismo o por el castigo que recibiría, le llevó a meditar sobre lo ligero de la vida y de la gravedad de la muerte. Tembloroso se pone a los pies de Pablo y Silas y les hace una angustiante pregunta: “¿qué debo hacer para ser salvo?”
La muerte nos puede llegar de muchas formas y en cualquier momento, y eso es inevitable. Lo que muchos de nosotros no pensamos, por descuido o temor, es en la muerte; y cuando la hemos visto de cerca es cuando realmente nos damos cuenta que no estamos preparados para ella. Ahí toda seguridad desaparece y la incertidumbre nos aterra. El carcelero quería saber que se necesitaba para ser salvo, había visto de cerca la muerte y eso lo asustó. Pablo le responde enfáticamente: “cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”.
Jesucristo vino a morir por nuestros pecados, Su obra en la Cruz y Su resurrección de los muertos nos puede brindar esa esperanza, pero para estar seguros que después de la muerte vayamos a la presencia de Dios debemos creer que no hay nada que nosotros podamos hacer y que nuestra sola fe en Jesús nos otorga el regalo de una vida eterna en la presencia de Dios (Efesios 2:8-9).
Usted no tiene que enfrentar un momento aterrador para recién pensar en la muerte, ésta nos llegará sea que pensemos en ella o no; pero lo que si podemos hacer es estar preparados para cuando esta llegue. Para estar tranquilo y seguro que después de la muerte veremos a Dios y no iremos al infierno (ESO ES SER SALVO) usted debe poner su fe absoluta en la obra salvadora de Cristo, pida que Él le salve. Recuerde que usted no puede hacer nada por sí mismo para ir al cielo porque su pecado lo está separando eternamente de Dios. Pida perdón por sus pecados y con fe haga una oración por su salvación.
«Señor Jesucristo, Tú moriste por mis pecados. Te pido perdón por pecar y me arrepiento de lo que he hecho. Te pido me salves de la condenación y me permitas entrar en Tu reino cuando muera. Hoy creo en Ti como mi Dios y mi Salvador».
Romanos 10:13
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
