Los dones son para edificación, no confusión

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1 Corintios 14:1-12, 37-40

“Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación. Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina? Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.” […] “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor. Mas el que ignora, ignore. Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.”

  1. Pablo iba a poner orden a causa de la manera desordenada en la que se estaba llevando a cabo las reuniones de la iglesia, pues estaba creándose un caos por la falta de prudencia en la conducción de los cultos (v. 40; Comp. 1 Co. 11).
  2. El apóstol les recuerda a los hermanos en Corinto que los dones deben ser usados para edificación de la iglesia, y no para “uso” personal (v. 3-6, 12-19, 26-40).
  3. En cuanto al don de lengua, se debía tener en cuenta que el “laleo glossa” o hablar “en lenguas” (v. 2) era una capacidad de hablar en un idioma humano conocido, y no que eran sonidos sin sentidos (v. 7-9). En otras palabras, el “laleo glossa” era hablar en un idioma o dialecto ya usado “en el mundo” por el hombre para comunicarse (v. 10; Comp. Hch 2:4-13).
  4. Si alguien iba hablar en lenguas tenía que haber un interprete para que pueda traducir lo que la persona estaba diciendo, y debía ser algo que vaya a traer edificación en la iglesia (v. 4-6), pero debía hacerlo en orden, uno a la vez, y no todos, solo unos pocos para provecho y orden (v. 26-28).
  5. Se debe recordar que el don de lenguas sirve para dar señal a los no creyentes de la autoridad que la iglesia había recibido de parte de Dios, y no para que los creyentes lo usaran desordenadamente en las reuniones (v. 21-23; Is. 28:11-12)
  6. Por esto Pablo les exhorta a que no sean creyentes inmaduros o “niños” (v. 20; Comp. 1 Co. 13:11), sino que actúen espiritualmente y se sometan al Señor (v. 37-38).


En el mundo se ha confundido el concepto y la manifestación del amor. Por un lado, el amor es comparado con las relaciones sexuales, y, por otro lado, el amor se ha considerado como algo que se puede extinguir. Además, “el amor”, como dicen, está condicionado a los beneficios que la persona que ama recibe de aquel(la) a quien “ama”, como si fuera una transacción financiera de trueque.

El verdadero amor, el amor bíblico, es una decisión no un sentimiento; busca el bien del otro aún a costa de uno mismo; siempre aprende a buscar maneras buenas de manifestarse, y nunca se detiene a hacerlo; y tampoco deja de existir, siempre estará presente.

El perfecto ejemplo de la manifestación del amor lo vemos en Dios. Cuando envió a Jesús a morir por nuestros pecados nunca consideró que el pago del sacrificio era demasiado alto, antes, lo hizo porque realmente nos quería manifestar de su amor. Cuando vemos el sacrificio de Cristo, vemos que Él venía a sufrir, que era bueno, no lo hacia por envidia ni para jactarse. No estaba haciendo algo inapropiado ni guardaba rencor; antes, vino por nuestra injusticia a otorgarnos su justicia buscando establecer su verdad. Todo lo sufrió, lo esperó, lo soportó.

Si queremos ser iguales a Cristo en carácter, entonces debemos aprender a manifestar en acciones reales nuestro amor a Dios y a los demás.



«El conocimiento bíblico de los dones y su función dentro de la iglesia edifica al cuerpo de Cristo, nunca trae desorden ni confusión»

–Ministerio UMCD–
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Publicado por Ministerio UMCD | Un Momento Con Dios

Reflexiones Cristianas. Salmos 1:2 "Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche."

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