Hoy en día hay muchos que siguen ciegos ante las bondades de Dios. Reclaman señales, pero ni las mismas señales podrían cambiar ese corazón entenebrecido que los vuelve incrédulos.
Hoy en día hay muchos que siguen ciegos ante las bondades de Dios. Reclaman señales, pero ni las mismas señales podrían cambiar ese corazón entenebrecido que los vuelve incrédulos.