Sigamos creciendo.
Lucas 2:39, 40, 51 y 52
“Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. […] Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.
La humanidad de Jesucristo es sorprendente, aunque era el mismo Eterno Dios creador de todo lo que estaba a Su alrededor, era un Hombre, que desde su niñez mostraba características dignas de ser imitadas. Como Dios, Jesucristo sabía todo, pero como Hombre, estaba limitado de conocimiento y requería crecer intelectualmente. De la misma manera como iba creciendo físicamente y en forma normal, como todo niño y adolecente, Jesucristo iba adquiriendo conocimiento, que debía ser utilizado sabiamente.
«¿Qué se quiere decir por sabiduría? Es claro que incluye conocimiento. Pero sobrepasa por mucho el simple conocimiento. Comprende la capacidad y el deseo de usar este conocimiento con el mejor provecho o ventaja. El hombre que es verdaderamente sabio procura las metas más elevadas y usa los medios más efectivos para lograrlas» – William Hendriksen.
Juan el Bautista, el primo del Señor Jesucristo, también fue un niño que crecía “y se fortalecía en espíritu” (Lucas 1:80). Dando a entender que el conocimiento no se daba únicamente en el aprendizaje secular, sino espiritual.
Cuando Jesucristo visitó el Templo de Jerusalén a los doce años, sus padres lo hallaron “sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas” (Lucas 2:46, 47). Era evidente que este adolecente Salvador había ya aprendido mucho de la Palabra de Dios, pero tenía interés por conocer más. Digno ejemplo de ser tomado por nosotros.
El conocimiento de la ciencia y de lo intelectual no necesariamente son contrarias a lo espiritual. La Biblia misma nos dice que debemos “examinadlo todo; retened lo bueno” porque es necesario siempre estar “preparados para presentar defensa” de nuestra fe (1 Tesalonicenses 5:21; 1 Pedro 3:15). Siempre será beneficioso aprender y conocer de todo ciencia y conocimiento para poder de esta manera dialogar con propiedad sobre las verdades de la Biblia y compararlas con el vasto conocimiento del mundo secular. Solamente debemos tener cuidado de abstenernos “de toda especie de mal”, ya que no todo conocimiento del hombre será edificante (1 Tesalonicenses 5:22).
Conocí de una persona adulta que ingresó a un instituto bíblico siendo iletrada, pero mientras asistía a clases bíblicas con la ayuda de alguien quien le asistía con las anotaciones de clases y a estudiar para los exámenes, esta persona asistía también a una escuela para adultos para aprender a leer y escribir. Al finalizar su educación en el instituto esa persona ya sabía leer y escribir por sí misma.
Todos podemos seguir aprendiendo y conociendo más, tanto en conocimiento intelectual como bíblico, eso nos ayudará siempre a seguir creciendo en sabiduría.
«Gracias Señor por la capacidad que nos has dado para aprender, ayúdanos a crecer más en todo lo que puede edificar nuestra sabiduría»
Job 28:18
“… La sabiduría es mejor que las piedras preciosas.”