Jeremías 17:7, 8
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”
Tengo que reconocer que una de las actividades que me gustaría disfrutar más a menudo, pero que por mi miedo no lo hago, es el de subirme a una montaña rusa. El vértigo que sufro y la incertidumbre de cada uno de los diferentes cambios de velocidad y fuerzas que afectan en cada movimiento me produce inquietud, por lo que pienso mucho para hacerlo, y casi siempre termino desistiendo a la idea.
Pero el confiar en Dios es diferente, aprender a disfrutar de todas las aventuras que se dan en la vida junto a la presencia del Señor es algo distinto.
La palabra “confiar” en el original griego “bataj” (בָּטַח, H982) significa esperar, apoyarse, estar tranquilo y seguro, andar fiado o confiado, poner la confianza o esperanza, y apresurarse a refugiarse.
El Confiar en Dios no solo implica confiar de que Dios hará todo por mí, puesto que esa confianza está basada en una errada o corta verdad de la realidad de la Persona de Dios. Confiar en Dios implica más que saber que Dios está cuidando de mí, esta confianza debe implicar el:
– CEDER mi vida a Su voluntad, dejando que sea Él quien vaya a conducir lo que hago;
– ENTREGAR todos mis sueños anhelando Sus deseos;
– DESCANSAR en la confianza de que Dios cuidará de mí en todo momento;
– DEJAR de poner el YO primero en mi vida y de poner a DIOS en ella; por último
– DAR mi vida en sacrificio como una forma de adorarlo a Él.
Con el entendimiento de estas palabras y con la aplicación necesaria de ellas a nuestra vida es donde la promesa de Dios en el pasaje de Jeremías se hace realidad: «Bendito el varón que confía en Jehová…» No solamente es bendito por la manera en la que disfruta de estar con Dios y aprende a vivir confiando en Su guía y voluntad, sino que es bendito, porque todo lo que hace junto a Dios será de prosperidad.
Para ponerlo más sencillo:
– Bendito el que CONFÍA en obediencia a la voluntad de Dios y no a la suya. (Lc 6:46-49; Pr 3:1-6)
– Bendito el que CONFÍA en que Dios sabe mejor que nosotros. (Is 55:6-9)
– Bendito el que CONFÍA en que Dios hará lo que dice que hará EN nosotros. (Fil 1:6)
– Bendito el que CONFÍA en que Dios hará lo que dice que hará POR nosotros. (Sal 34:4-9)
Cuando aprendemos a confiar en Dios hallaremos la verdadera bienaventuranza de llegar a ser como «árbol plantando junto a las aguas” de la presencia, providencia, protección y guía del Señor.
«Dios, sólo Tú eres sabio y poderoso, ayúdame a confiar más en Ti»
Salmos 28:7
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré.”