Filipenses 4:4-7
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
¿Es usted de quienes se altera o enoja fácilmente cuando se encuentre en medio de las dificultades? Si es así, bienvenido al club.
Los problemas producen tensión en las personas. Los niveles de irritabilidad se elevan a medida que los problemas aumentan o se agudizan. La inconformidad, la frustración, la poca paciencia, el dolor, y otros factores incrementan la posibilidad de tener ira. La ira siempre será una reacción secundaria expresada a causa de algo interno que lo generó.
Pero sabemos que la ira humana no nos lleva a nada bueno (Stg 1:20). Pablo, alentando a los hermanos en Filipos, les recuerda que cuando nos encontramos en medio de las dificultades podemos regocijarnos en el Señor (Fil 4:4), sabiendo que todo lo que nos pasa está bajo el control soberano de Dios, y que ha sido Su voluntad que tengamos que pasar por esos momentos difíciles, sea que nosotros los hayamos provocado (PECADO) o que estamos bajo el efecto de algo ajeno a nuestros actos o voluntad (PRUEBA).
También les recuerda que si tenemos algún problema, debemos acudir a Dios en oración para que presentemos nuestra necesidad e inconformidad. No es malo hablar a Dios de nuestros problemas o sufrimientos, aunque sea a manera de una queja; lo que estaría inapropiado es reprochar a Dios o reclamarle. Al contrario, nos dice que presentemos nuestros afanes y que demos gracias por permitir esto en nuestras vidas, pues Él sabrá porqué estamos enfrentándolo (Fil 4:6).
Cuando nos regocijamos en Dios y oramos, el Señor ministrará nuestras vidas dándonos paz a nuestro corazón, y será esta paz la que nos ayudará a cambiar la ira por tranquilidad, el ser groseros por gentileza. Es posible ser gentil en medio de los problemas, lo que pasa es que no es algo natural cuando estamos irritados o atribulados. La gentileza es un carácter que debe ir creciendo con la madurez y será producido sobrenaturalmente en las dificultades por el Espíritu Santo (Gá 5:22, 23).
Dios desea que seamos gentiles (Fil 4:5a), no importa las circunstancias; y más aún cuando estamos enfrentando problemas. Una sonrisa gentil, un saludo amable, y una respuesta afable siempre serán bien apreciadas. Y no olvidemos, nuestra esperanza de la venida del Señor nos puede dar el aliento que necesitamos para continuar con gentileza y paciencia hasta que estemos ante Su presencia (Fil 4:5b).
«Cristo, quiero ser más como Tú, forja en mi Tu carácter»
Tito 3:2
“Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.”