Marcos 7:14-23
“Y llamando a sí a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”
- Siguiendo en contra de las enseñanzas de las tradiciones, Jesús les recuerda que la comida no puede contaminar el alma del hombre, pues toda restricción ha sido ya liberada en cuanto a los alimentos que estaban prohibidos en la ley dada por Moisés, marcando un fin de la dispensación legal. (Mr. 7:15, 19; Comp. Hch. 10:15)
- Los discípulos seguían con un entendimiento lento de todas las enseñanzas del Maestro. Esto nos recuerda que el discernimiento es un proceso de crecimiento paulatino. (Mr. 7:18)
- Lo que realmente afecta la vida espiritual del hombre es el pecado que mora en él. La oscuridad del pecado ha dañado la pureza del corazón que el hombre tenía, y esto hace que afecte su comportamiento, llevándolo a comportamientos pecaminosos que le hacen daño a sí mismo y a los demás. (Mr 7:20-23; Comp. Ro. 7:7-25; Gá 5:16-21)
En el contexto del pasaje, vemos al Señor debatiendo con los fariseos, quienes habían juzgado inapropiadamente el hecho que los discípulos no se lavaban las manos antes de comer, y Jesús introduce una enseñanza que afectaba el concepto de la alimentación del judío. (Mr. 7:15, 18 y 19)
En el Antiguo Testamento vemos que Dios le había dado a Moisés varias restricciones en cuanto a los alimentos, pero Jesús les enseña a sus oyentes que nada de eso se aplica ahora en esta nueva dispensación. Mas bien, lo que sí reforzaría el Señor es hacerles a ver de dónde viene el verdadero mal que ha destruido al ser humanos: Su pecado.
Desde la caída del hombre a causa del pecado, todos los seres humanos tenemos una naturaleza pecaminosa que obra con poder y afecta nuestro comportamiento ante Dios y los demás. Pablo, en su Carta a los Romanos, nos advierte que ese mal mora en el cuerpo del hombre (Ro. 7:7-25).
Cuando reconozcamos cuanto mal mora en nosotros mismos podremos ser capaces de cuidar nuestro comportamiento, y buscar la ayuda de Dios para evitar dejar ser controlados por la carne, que no solo afecta nuestra vida, sino también nuestra relación con Dios y los hombres.

“Sólo cuando el hombre reconozca que el verdadero mal mora en sí mismo, entonces podrá iniciar el proceso a la restauración espiritual con la ayuda de Dios.”
Ministerio UMCD