Mira el video de la lección
Josué 4:20 – 5:1
“Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán. Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas piedras? declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en seco por este Jordán. Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que pasamos; para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días. Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los hijos de Israel.”
En cualquier rivalidad la posibilidad de ver una dura contienda se da cuando ambas partes tienen similares fuerzas, esto hace que la lucha sea aguerrida y con resultado incierto; pero cuando uno de los contendores es sumamente superior al otro hace que aquel en inferior fuerza no tenga ni esperanzas de ganar, prácticamente está casi derrotado sin antes iniciar tal batalla.
Si usted fuera parte de aquel lado del cual está asegurada la batalla indudablemente que iría con confianza a la contienda, sabiendo que la victoria está muy cerca. Pero ¿qué pasaría si usted estuviera en el lado con inferioridad? Probablemente saldría corriendo antes de iniciar nada.
Cómo habíamos aprendido en una lección anterior («Fe y obediencia para el engrandecimiento»), Dios le había prometido a Josué que sí él le creía y le obedecía, entonces el Señor se encargaría de engrandecer el nombre de Su siervo (Jos. 3:7), pero no solo eso se logró, sino que aún «el temor de los enemigos fue engrandecido», es decir, se incrementaba el temor de enfrentar al Dios de Israel y a mismo pueblo.

La fama del cruce del Jordán no solo llegó hasta los muros del Jericó, también llegó a los oídos de “todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban cerca del mar” (Jos. 5:1), es decir, toda la Tierra Prometida, desde el Jordán hasta el Mar Mediterráneo, estaba enterada de la poderosa obra de Dios.
Muchas veces no consideramos apropiadamente el profundo impacto que nuestra fe y obediencia puede producir en aquellos que nos están mirando, y que tratan de ver si tras de nuestras vidas está ese Dios del cual proclamamos con fervor.
Nuestra obediencia permite que Dios se manifieste a través de nosotros y por nosotros. Dios se especializa por glorificarse en Su obrar cuando nosotros le seguimos con fe. Para nosotros este ejemplo bíblico de Josué nos alienta a considerar seriamente el valor que tiene nuestra obediencia en fe.
Si Dios le está llamando a seguirle en algo que solo Él se especializa en hacer, entonces de seguro que muchos miraran pasmados lo que Él hará, pero debemos creerle para obedecerle. Permita que todos a su alrededor glorifiquen en Nombre de Dios.

«Lo que Dios hace siempre deja impacto en la vida de quienes son testigos de Su grandiosa obra»
Ministerio UMCD