Lucas 6:22-26
“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas. Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.”
Jesucristo se encontraba frente a sus discípulos y a un grupo de fariseos. Los fariseos cuestionaban la conducta de Él y los suyos, y mientras la multitud escuchaba, el Señor comienza a hablar sobre las “bienaventuranzas y los ayes”, estos últimos, un grupo de expresiones que criticaba la inapropiada conducta de los sacerdotes, fariseos y saduceos que, con sus malas enseñanzas y falsa vida, apartaban al pueblo de la verdad y de Dios, llevándolos a una vida religiosa falsa y sin relación con Dios.
A Sus seguidores les anima a seguir adelante con bienaventuranzas (Lc 6:20-23), expresándoles que ellos seguían y vivían la verdad, y que a causa de eso los falsos maestros los criticaban y los consideraban indignos de Dios, a lo que Jesús les recuerda que, así como ellos ahora eran maltratados y criticados, así hicieron antes los “padres” con los profetas enviados por Dios mismo (Lc 6:23b). Al mismo tiempo Jesús criticaba a los fariseos porque ellos, creyéndose ricos espiritualmente, se consideraban superiores a los demás; les recuerda que, así como ellos ahora exaltaban su propia vida religiosa, así sus “padres” alababan a los falsos profetas (Lc 6:24-26).
Actualmente también existe mucha gente que sigue y se aferra a una falsa religión enseñada por sus padres y abuelos y se niegan a conocer la verdad porque sienten que la religión que sus padres han seguido es la correcta, rechazando por esa causa a Dios y Su verdad.
Dios nos pide que honremos a nuestros padres, y eso es bueno; pero cuando se trata de Dios y Su absoluta verdad tenemos nuestra responsabilidad ante Él de considerar analíticamente si la religión en la que hemos sido enseñados es la correcta o no. Muchas veces nos aferramos tan profundamente a nuestras tradiciones adquiridas por generaciones que nos alejamos negativamente, y en forma autodestructiva, de las verdades de la Palabra de Dios.
Cada uno de nosotros, y en forma individual, tenemos la responsabilidad ante el Señor de buscar la verdad. Tenemos que hacer un análisis sincero y de corazón de lo que hemos aprendido de Dios y de Su doctrina, y evaluar si hasta ahora hemos seguido la verdad o no, para continuar o cambiar.
Lo maravilloso es que Dios mismo está deseoso de ayudarnos a encontrar Su verdad, acerca de Su deidad y Su voluntad. Nos ha dado la Biblia para que la conozcamos, y con la obra del Espíritu Santo nos capacitará a conocerla. Cuando Jesús le preguntó a Pedro sobre lo que Su discípulo creía acerca de Él, Pedro le responde que sabía que era el “Cristo”, a lo que Jesús le confirmó que ese conocimiento le había sido revelado por obra misma de Dios Padre (Mt 16:15-17). Dios mismo quiere ser conocido, y Él mismo nos ayudará hacerlo.
Busque a Dios de corazón, trate de conocer Su verdad en Su Palabra, y después mire si está siguiendo una buena enseñanza, o solamente sigue a una falsa doctrina y religión que los otros le han enseñado.
«Dios, quiero conocerte sólo a Ti, Tu Palabra y Tu verdad, ayúdame te lo pido»
Juan 17:3
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”