Génesis 3:8-13
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.”
Para aquellos que nos encontramos en algún cargo o nos haya sido otorgada una responsabilidad, debemos aprender a ser responsables de nuestros actos cuando estos son el resultado de nuestra falta de atención apropiada o de nuestras malas decisiones; aún de aquellos que pueden estar bajo nuestro liderazgo o cargo.
Las decisiones que hagamos o haga alguien de mi equipo es responsabilidad mía. Si yo los lidero, ellos están bajo mi supervisión, más aún, si yo los he elegido para esos cargos. Por otro lado, está de mi parte supervisar sus decisiones y analizarlas para ver cuanto pueden beneficiar o perjudicar. A más de esto, la dirección general de mi área, de mi departamento, de mi oficina, de mi familia, de mi iglesia y más, está bajo mi responsabilidad; si yo fallo en dar instrucción correcta de la dirección, o si no controlo la dirección que se está tomando, soy yo quien se responsabiliza.
Eso es lo que le pasó a Adán, y desafortunadamente no vimos en él la toma de sus responsabilidades. Dios mandó llamar primero a Adán antes que a Eva, aunque fue ella quien comió primero y tentó a su esposo. El Señor había hablado con Adán, fue a él a quien le dio instrucciones claras (Gn 2:16, 17). Adán falló ante su responsabilidad, pues dijo que Dios fue quien le había dado esa “compañera” y que ella había sido quien le dio el fruto (Gn 3:12). Eva, siguiendo el ejemplo de su líder aprovechó la presencia de la serpiente para incriminarla a ella, fallando también en su responsabilidad (Gn 3:13).

Saúl había recibido instrucciones claras de eliminar todo ser viviente de la tribu de Amalec, incluyendo “vacas, ovejas, camellos y asnos” (1 S 15:1-3). “Saúl y el pueblo”, motivados por la codicia y el orgullo, perdonaron la vida del rey Agag para llevarlo como trofeo y tomaron lo mejor de todos los “animales engordados” (1 S 15:9). Samuel viene a confrontar el problema de desobediencia (1 S 15:10-12), a lo que Saúl lo niega inicialmente, pero después culpó al pueblo de haberlo hecho (1 S 15:13-15). Nuevamente hubo falta de responsabilidad.
Todos somos responsables de nuestros actos, sean por influencia de otros o no, somos nosotros quienes responderemos ante el Altísimo, será mejor que comencemos a tomar con responsabilidad cada uno de nuestros actos.
«Asume la responsabilidad por tus acciones, nadie más que tú tiene la culpa de sus consecuencias» – Anónimo
Romanos 14:12
“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”
