“Dar” o “Acción”
Colosenses 2:6-7
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.”
El cuarto jueves del mes de noviembre se celebra en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias, o “Thanksgiving” como sería en inglés. La traducción de la palabra Thanksgiving sería: Thanks – agradecimiento, y Giving – dar, o sea Dar Gracias. Es la fecha en la que las familias se reúnen alrededor de la mesa para compartir y dar gracias a Dios por un año más de bendecida vida.
La palabra griega “eucaristia« (εὐχαριστία, G2169) se encuentra 15 veces en la Biblia, y es traducida al español con la palabra “gratitud” una vez (Hechos 24:3), unas 10 veces como “acción de gracias” (Ej: 1 Corintios 14:16), y 4 veces como “acciones de gracias” (Ej: Colosenses 2:7). Esta palabra “eucaristia” tiene su raíz en otras dos palabras griegas: La palabra “eu” (εὖ, G2095) que significa “bien”, y la palabra griega “carizomai” (χαρίζομαι, G5483) que significa “favor” o “bondad”, es decir ser agradecido por estar bien favorecido.
En forma general la palabra “eucaristia” es usada para recordar al creyente que debemos dar gracias como un acto de reconocimiento de un favor o una bondad recibida que ha llegado a nosotros por una gracia inmerecida o carisma de parte de Dios.
Todo lo que tenemos lo hemos recibido de parte de Dios como un acto de Su gracia infinita. Nada de lo que tenemos es merecimiento propio. Iniciando con la vida, nosotros no hemos merecido nacer, pues no hicimos nada antes de nuestro nacimiento que haya merecido el favor para venir a existencia. Inmediatamente que nacemos, llegamos a vivir con una naturaleza pecaminosa que desde el inicio nos ha separado de la gloria de Dios (Romanos 3:23), y que por misericordia seguimos viviendo sin haber sido consumidos por nuestros pecados (Lamentaciones 3:22). Recibimos la salvación como una “gracia” o carisma de Dios (Efesios 2:8, 9). Cada cosa que seguimos recibiendo son actos de la “inmensa bondad” de Dios (Salmos 145:7).
La palabra “eucaristia” nos muestra en los pasajes en donde es utilizado que debemos dar gracias a Dios por medio de nuestras oraciones (Filipenses 4:6), debemos expresarlo públicamente cuando manifestamos que estamos agradecidos de las bondades de Dios (2 Corintios 9:11, 12), y que estas abundantes manifestaciones de gratitud traen gloria a Dios (2 Corintios 4:15).
Pero nuestra gratitud no solamente debería expresarse con palabras, sino también con acciones. De los diez leprosos que fueron sanados, solamente uno regresó a Jesús para expresarle su agradecimiento, y postrado en adoración daba gloria a Dios (Lucas 17:11-19). Una mujer trajo un día un frasco de alabastro lleno de perfume y lavó los pies del Señor con sus cabellos en señal de amor y agradecimiento porque le fueron perdonados sus pecados (Lucas 7:36-50). María Magdalena, en agradecimiento porque el Señor había expulsado de ella siete demonios, sin importarle que Jesucristo había muerto y queriendo preservar el cuerpo del Señor sin saber que resucitaría, compró especias para ungir el cuerpo que supuestamente yacía en la tumba, y no le importaba que ella hubiera quedado contaminada por siete días al tocar el cuerpo de un muerto (Marcos 16:1-11; Números 19:16).
Una persona realmente agradecida no solamente da gracias, sino que con actos evidentes manifiesta su agradecimiento al Señor. ¿Estamos manifestando con nuestra vida nuestro sincero agradecimiento a Dios? Que nuestra vida no sea únicamente de “dar” gracias, sino que vivamos con “acciones” que manifiesten nuestra gratitud.
«Dios, muchas gracias por la vida y todo lo que en ella recibimos, sobre todo por la salvación, un regalo que recibimos por gracia por medio de la fe en Jesús. Glorificamos Tu Nombre por tus bondades infinitas»
Apocalipsis 7:11, 12
“… se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”