¡Hay que averiguarlo!
Lucas 1:1-4
“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.”
Actualmente el mundo de la comunicación se ha desarrollado tan ampliamente que se podría decir que es muy difícil que una persona no encuentre información sobre un hecho en algún lugar del mundo en pocos minutos después de sucedido el hecho. A través de la televisión y de los medios sociales las personas se pueden informar constantemente de algún acontecimiento. Anteriormente la información estaba limitada a una zona específica, cuando solamente se disponía de periódicos, mucho antes de la aparición de la radio o del telegrama.
Que podamos estar informados es muy bueno, pues nos mantiene al tanto del acontecer global. Pero con esta lluvia de información también ha llegado la mala información o la tergiversación de la misma. Muchos dan una información como cierta, y muchos de nosotros, por una falta de interés o preocupación, no tratamos de verificarla, aceptando un hecho como real cuando puede ser que esté completamente alterado. Hay que averiguar bien lo que se dice, hay que buscar medios de información confiables, y hay que tomar nuestra responsabilidad de estar bien informados tan en alto, para que una mala información nos desinforme.
Lucas, al escribir a su amigo Teófilo, le dice que hay muchos que han estado informando la verdad de la vida de Jesús y sus hechos (v. 1). Esta información que ellos estaban escuchando llegaba de alguna forma directamente de los discípulos que atestiguaban lo acontecido (v. 2). Lucas, escuchando todas estas maravillas descritas de Jesucristo, consideró que era pertinente investigar con toda diligencia “todas las cosas desde su origen”, para así poderlas escribir en orden, para que quienes lo vayan a leer puedan conocer “bien la verdad de las cosas” en las cuales ellos habían sido instruidos (v. 3 y 4).
La oración “me ha parecido también a mí” nos muestra la responsabilidad que tenía Lucas, como oyente, de poder confirmar lo que otros decían, y por eso decidió investigar. La palabra investigar significa que siguió de cerca cada acontecimiento para confirmarlo y asegurarse de que lo que iba a escribir era correcto, estaba en orden, y que ayudaría a los lectores a conocer bien la verdad.
Lucas no solamente estaba atento a escuchar, sino que estaba dispuesto a conocer con diligencia la vida de Cristo. ¿Qué tan bien conocemos la vida de Cristo? ¿Qué tan claro tenemos cada uno de los acontecimientos presentados en los evangelios que hablan de nuestro Salvador? ¿Estamos escuchando lo que otros dicen, o estamos nosotros mismos investigando con diligencia sobre la vida del Hijo de Dios?
No debemos conformarnos con escuchar lo que otros digan, pues puede ser que talvez estemos permitiendo entrada a la mala información. Con diligencia sigamos de cerca cada uno de los detalles de la vida de Cristo. Juan dijo que su Evangelio fue escrito para que creamos “que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo”, tengamos vida en Su Nombre (Jn 20:31). La Biblia es la fuente de la única verdad de Jesús, y el leerla y estudiarla nos ayudará a conocer más del Señor.
Con el aparecimiento de falsos maestros, falsos profetas, y hasta de falsos “cristos”, es mejor estar bien informados para no dejarnos engañar.
«Padre, gracias por los Evangelios, fuente de la verdad acerca de Tu Hijo»
Juan 5:39
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” (Jesucristo)