Judas 1:17-21
“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.”
Para que una licuadora pueda funcionar debe estar conectada por el cable a una fuente de energía para que obtenga electricidad. Para que un automóvil pueda encender debe tener suficiente cantidad de gasolina en su tanque para que exista combustión. Para que una persona pueda orar apropiadamente a Dios necesita de la presencia y la obra del Espíritu Santo en su vida.
La Biblia nos enseña que la Tercera Persona de la Deidad, el Espíritu Santo, entra a morar en el creyente el mismo momento que ha sido salvo, a esto se le llama el sellamiento (Ef 1:13, 14). El Espíritu prepara el corazón del incrédulo para que crea el mensaje del Evangelio (Jn 16:7-11). Una vez hecha la obra de convencimiento, la persona que acepta a Cristo como Salvador llega a nacer de nuevo, de forma espiritual, por medio del mismo Espíritu (Jn 3:5-8). Es ahí donde el Espíritu llega a morar, y desde ese momento obra en ese creyente, mientras éste le permita.
Entre las varias obras que el Espíritu hace en el creyente están el de enseñar, recordar, y guiar a toda la verdad de Dios (Jn 14:26; 16:13); dar testimonio acerca de Jesús y Su obra (Jn 15:26); dar testimonio de nuestra relación con el Padre (Ro 8:15, 16); consolar al creyente (Jn 16:7); y otras más. Una de ellas es el de ayudar al creyente en la oración. Judas nos dice que hay una diferencia entre el que es creyente y el que no lo es, y esta es la presencia del Espíritu; y es en el creyente en donde Él obra para ayudarlo en la oración (Jud 1:19, 20; Ro 8:9, 26).
El hombre está limitado en su manera de orar, pero el Ayudador viene a nuestro rescate. El Espíritu obra para llevarnos a orar de acuerdo con la voluntad de Dios y Su verdad (Ro 8:26, 27). Para que podamos orar influenciados por el Espíritu, debemos estar “llenos” de Él (Ef 5:18). La llenura es la manifestación interna y poderosa del Espíritu en el creyente, Quien obra en aquel que se alimenta de la Palabra de Dios y la obedece constantemente, es ahí donde el Espíritu toma control (Gá 5:16).
Para que podamos orar influenciados por el poder del Espíritu, no solo debemos de nacer de nuevo, sino que también debemos vivir en comunión y obediencia con Dios. Si nuestra vida de oración no es la que debe ser, entonces el problema siempre será espiritual.
«Gracias Señor por la presencia y obra de Tu Espíritu en nuestra vida… de oración»
Efesios 6:18
“orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu…”